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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

AGUSTíN PACHECO FERNÁNDEz «Construzion de Dos Navios de Setenta Cañones Nombrados Nuestra Señora de Bethelem /alias el Ymbencible/ y San Ygnacio de Loyola /ó el Gloriosso/». Cita extraída de una instancia fechada en febrero de 1742 marineras podría argumentar que en ocasiones los nombres dados a un barco en el astillero se cambian con posterioridad. Es cierto, y está comprobado que esta práctica fue llevada a efecto con otras naves. Sin embargo, el documento hallado estaba fechado en febrero de 1742, cuando el navío llevaba varios meses fondeado en La Habana como buque insignia de la escuadra del teniente general Rodrigo de Torres. Los primeros viajes del Glorioso A finales de mayo de 1747, el Glorioso partía desde Veracruz con la misión de trasladar a la Península un valioso cargamento. El viaje, que estaría aderezado de avatares, proporcionaría fama al buque y a su tripulación y les haría ganarse por derecho propio un hueco en los libros de historia. Pero, curiosamente, el primer crucero de este navío a la metrópoli, aunque menos conocido, también tuvo como objetivo transportar un gran tesoro. Así, tres años antes, a finales de octubre de 1744, partía de La Habana una pequeña escuadra bajo el mando del teniente general Rodrigo de Torres, en la que figuraba como nave capitana el Glorioso. El 5 de enero entraba en el puerto de La Coruña junto al navío Castilla, pese a que los británicos conocían el propósito del viaje y habían movilizado tres grandes escuadras para interceptar el convoy español. La Gaceta de Madrid publicaría el siguiente resumen sobre la noticia: 12 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 133


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