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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

flotas de Indias eran quienes firmaban los contratos con los músicos (7). Dichos generales pertenecían a la élite social y militar española, pues eran miembros segundones de distinguidas familias, y con frecuencia ostentaron títulos nobiliarios y lucieron hábitos de órdenes militares (8). Eran militares profesionales, pero no necesariamente marinos, y no gozaban de estabilidad en su puesto. A bordo eran jueces supremos, con jurisdicción civil y criminal, responsables administrativos y de la defensa y la salud corporal y moral de la tripulación, guardianes del tesoro real, correos mayores… y estaban sometidos a juicios de residencia (9). Los generales de la Armada de la Guarda eran nombrados por el Consejo de Indias, y los de las flotas de Indias, por los jueces de la Casa de la Contratación o por el rey. Viajaban en vanguardia, a bordo de la capitana, a la que las demás naves rendían cierto ceremonial de saludo (10). El almirante, que navegaba a bordo de la nave almiranta ocupando la retaguardia de la expedición, era su lugarteniente (11). La otra parte contratante se formaba de una compañía —o «copia», según la terminología de la época— de ministriles (12). Las copias al uso solían componerse de tres hasta diez individuos, aunque su número más frecuente oscilaba entre cuatro y seis hombres. Las que se concertaron para trabajar en las naos capitanas partieron de una cifra ideal de cinco componentes, pero ya a comienzos del siglo XVII se restringieron a cuatro, y al llegar 1623 se contentaban con tres. Esta reducción de efectivos debió de significar un empobrecimiento del volumen del sonido, que no se justifica por razones de presupuesto y debió de estar relacionado con el desarrollo de recursos sonoros alternativos a los musicales. ¿Quiénes eran estos ministriles? ¿Qué clase de hombres surtieron de música a la flota? Los estudios de prosopografía nos permiten esbozar algunos apuntes biográficos sobre los integrantes de estas copias. Para empezar, todos se titulaban vecinos de la ciudad de Sevilla. No es de extrañar que los generales de la flota de Indias escogieran a sus ministriles entre la población musical hispalense, puesto que esta conocía en el período tratado un florecimiento propiciado por las muchas opciones de trabajo derivadas de la concentración de instituciones y corporaciones urbanas, civiles y (7) Esta figura no ha sido muy estudiada, salvo excepciones como Álvaro de Bazán o Pedro Menéndez de Avilés. PÉREZ-MALLAINA, Pablo Emilio: «Generales y almirantes de la Carrera de Indias. Una investigación pendiente», en Chronica Nova, núm. 33, 2007, pp. 285-332. (8) RODRÍGUEZ-SALA, M.ª Luisa: «Cruzar el Atlántico al cuidado de los enfermos…», p. 71. (9) PÉREZ-MALLAINA, Pablo Emilio: Los hombres del océano, pp. 101-102. (10) CABALLERO JUÁREZ, José Antonio: El régimen jurídico de las armadas de la Carrera de Indias. Siglos XVI y XVII. Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, pp. 109-110. (11) Ibídem, pp. 137-140. (12) Por este término, en la época se entendía un músico que dominaba una gama de instrumentos musicales de viento-madera: chirimía, corneta negra, sacabuche, bajón, flauta... RUIZ JIMÉNEZ, Juan: «Ministril», en CASARES RODICIO, Emilio (dir.): Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. 7. SGAE, Madrid, 2002, pp. 593-597. 12 SUPLEMENTO N.º 23 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 133


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