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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 133

religiosas, y el culto religioso vespertino, con el recitado de la doctrina y el credo (66). Asimismo, en 1605 nos consta que se le pagó a uno de los ministriles de la flota de Tierra Firme, de veinte años, un salario de grumete de la nao capitana por valor de 100 reales (9 ducados) (67). Este empleo estaba mucho peor pagado que el de músico, por el que le correspondían 25 ducados, pero le servía como complemento para rentabilizar el viaje al máximo. Los grumetes eran jóvenes marineros entre los diecisiete y los veinte años con escasa experiencia, que desempeñaban los trabajos más duros de la nao, como la carga y descarga, la vigilancia en las cofas, el remo en los bateles, la recogida del velamen… (68). El pago se efectuaba fraccionadamente. Antes de partir se adelantaba un primer abono, quizá para sellar el contrato o, más verosímilmente, para que los ministriles pudieran equiparse para el viaje («el dicho señor general nos los a de pagar los noventa ducados de luego adelantados para el apresto de nuestro viaje») (69). Si a fines del siglo XVI el porcentaje adelantado era mínimo (en torno a un 15 por 100 del total), a comienzos del XVII se estabilizó en el 50 por 100, y en 1623 ya montaba el 55,5 por 100, circunstancia que apunta a un incremento en la peligrosidad del trabajo, lo cual obligaba a ofrecer un reclamo. El lugar de entrega comenzó siendo la propia Sanlúcar de Barrameda, a la partida de la flota, pero pronto se tendió a hacerla en Sevilla, durante la misma firma del contrato o en un breve plazo. En cualquier caso, el resto de la tripulación también recibió adelantos proporcionales (70). En cuanto a la liquidación de la parte restante, empezó siendo la ciudad de Sevilla, una vez que la flota hubiera culminado definitivamente su viaje, pero en el siglo XVII se optó por ajustar cuentas ya superado el canal de las Bahamas, emprendida que era la sección atlántica del regreso, al igual que el resto de la tripulación. La flota de 1620, no obstante, no lo hizo así, puesto que el ministril Fernando de Bocanegra todavía no había cobrado el 14 de octubre de 1621, cuando la flota había llegado el 30 de septiembre a Sanlúcar de Barrameda (71). En 1605, por el contrario, se liquidaba la totalidad de la cuenta un mes después de haber arribado a Portobelo, último puerto de la trayectoria de ida (72). Se entiende que los músicos necesitaban su salario para sustentarse o invertir durante su estancia en las Indias, y quedaba a expensas de la responsabilidad de los fiadores que estuviesen en sus puestos a la hora del retorno. (66) PÉREZ-MALLAINA: Los hombres del océano, pp. 84-85. (67) AHPS, PNS, of. 22, leg. 15087, libro 1.º de 1607, 30 de enero de 1607, ff. 892r-894r. (68) PÉREZ-MALLAINA: Los hombres del océano, pp. 85-86. (69) AHPS, PNS, of. 6, leg. 4288, libro 2.º de 1623, 10 de marzo de 1623, cuaderno 5º, s/f. (70) PÉREZ-MALLAINA: Los hombres del océano, p. 106. (71) En dicha fecha cedía poderes para cobrar este salario a Rafael de Cisneros, solicitador del consulado de Sevilla, a quien probablemente le debería algún dinero. AHPS, PNS, of. 1, leg. 408, libro 6.º de 1621, 14 de octubre de 1621, f. 580. (72) Ibídem, of. 8, leg. 5447, 25 de febrero de 1605, ff. 296v-298r. AÑO 2016, SUPLEMENTO N.º 23 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 133 25


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