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REVISTA IEEE 8

Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 8 / 2016 http://revista.ieee.es/index.php/ieee 200 to a su país en el camino hacia la libertad … libertad no equivale a independencia. Estados Unidos no apoyará a quienes persiguen la independencia para sustituir una tiranía lejana por otra regional, ni a quienes fomentan un nacionalismo suicida basado en odio étnico» (p. 91). En efecto, el gobierno de Bush había hallado en Gorbachov un interlocutor en quien confiar, lo que se tradujo en acuerdos sobre materias a las que la Casa Blanca otorgaba máxima trascendencia (en especial, el desarme nuclear). Sin embargo, de forma gradual también comprendió la inminencia de la desmembración de la URSS, lo que exigía encontrar nuevos socios con los que canalizar las relaciones. No obstante, particularmente Bush, en ningún caso prescindió de Gorbachov, al que apoyó en todo momento. De hecho, no reconoció automáticamente la indepen-dencia de Ucrania tras el referendo del 1 de diciembre de 1991, en el que más del 90% votó por la independencia, aceptada por la Rusia de Yeltsin (aunque advirtiendo que Crimea pertenecía a Rusia, no a Ucrania). En el modus operandi de Estados Unidos podían identificarse dos alternativas con-trapuestas. Por un lado, la patrocinada por Dick Cheney (favorecer la disolución de la URSS y abrir consulados en todas las repúblicas). Por otro lado, la de James Baker, George Bush y Brent Scowcroft, quienes tenían en mente que las declaraciones de independencia efectuadas por las repúblicas podrían generar conflictos territoriales, económicos y militares entre ellas, por lo cual, la desintegración de la URSS debería consumarse de forma pacífica (p. 238). Con todo ello, diciembre de 1991 vio como la URSS se desintegraba, creándose la CEI, carente de estructuras supranacionales. Ucrania, Rusia y Bielorrusia habían ac-tuado de manera unilateral, omitiendo voluntariamente la figura y competencias de Gorbachov. Además, consideraron a Estados Unidos como el único actor al que debían comunicar sus actos (lo que no debe interpretarse como sinónimo de rendir cuentas). Consumados los hechos, el gobierno de Bush también varió el tono y el contenido de su discurso: «es una victoria para la democracia y la libertad. Es una victoria para la superioridad moral de nuestros valores» (p. 432), afirmó el presidente norteamericano en la navidad de 1991. Sin embargo, a pesar de la rentabilidad que pensaba obtener de este mensaje en las elecciones presidenciales de 1992, dicha estrategia resultó fallida, de tal manera que «como Winston Churchill que también había guiado a su país en tiempos de guerra, Bush no supo aprovechar el éxito de su política exterior. En ambos casos, los votantes deseaban un cambio en la política nacional» (p. 444). En definitiva, una obra imprescindible para entender algunos de los conflictos ac-tuales pues apunta a la génesis de los mismos. Serhii Polkhy transmite al lector, con rigor y precisión, una parte fundamental de la historia del siglo XX, la desintegración de la URSS, cuyas consecuencias aún se hacen tangibles en el siglo xxi. - Artículo recibido: 16 de mayo de 2016. - Artículo aceptado: 2 de septiembre de 2016.


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