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REVISTA IEEE 8

63 Alberto Bueno La cultura de seguridad y defensa: una propuesta de... guridad en 4D», como ilustra la figura 2, la cual, además de asumir las ideas rectoras clásicas de defensa, desarrollo y diplomacia –las «3D»–, comprende la «difusión» de las políticas de seguridad para su buen fin102. En resumen, la cultura de seguridad, como política pública, comparte los rasgos básicos y definitorios de las otras dos, pero ahonda en el carácter omnicomprensivo del mismo concepto de seguridad: la protección frente a riesgos y amenazas que coac-cionan a la sociedad –también internacional–, promovida desde un punto de vista proactivo antes que reactivo. Además, rebasa con mucho los límites de la defensa para seguir un enfoque integral y transversal. http://revista.ieee.es/index.php/ieee CONCLUSIONES Desde el campo científico y académico de la Ciencia Política es posible dotar de mayor profundidad conceptual al estudio de la cultura de seguridad y defensa, enri-queciendo el debate en torno a esta política pública. En primer lugar, el análisis del concepto de cultura política nos permite afirmar que la cultura de seguridad y defensa no solo es el grado de información o conocimiento que los ciudadanos tienen acerca de las cuestiones referidas a estas materias, sino también el conjunto de orientaciones y actitudes que permiten al ciudadano interpretar las cuestiones relativas a sus objetos políticos, y cómo estas se interrelacionan y retroali-mentan el sistema político, influyendo así tanto en los inputs que recibiera como en los outputs que generase. Esta primera conclusión es muy útil de cara a la acción política, pues sugiere actuar teniendo presente que la cultura de seguridad y defensa se mueve en ambos planos superpuestos. Este estudio contribuye además a matizar convenientemente las aseveraciones que sobre la «escasa cultura» de la sociedad española se suelen realizar, lo cual puede ori-ginar distorsiones a la hora de la puesta en práctica de la política pública. Esta perspec-tiva puede ayudar a trabajar más eficazmente, por ejemplo, sobre las orientaciones de colectivos que permanecen al margen de la misma. Igualmente, se ha deslindado de la noción de «opinión pública», confusión generalizada que podría ir en detrimento de una mayor eficacia en su implementación. 102  Desde nuestro punto de vista, el cuadro de la derecha de la fig. 3 bien podría sintetizarse única-mente como «cultura de seguridad», conforme a las diferencias explicadas en el apartado 2.4 entre cul-tura y conciencia y el porqué de acoger la primera de ellas. Además consideramos que la transparencia ha de acompañar indefectiblemente a la política pública de seguridad y defensa –salvaguardando la seguridad nacional, pero sin convertir a esta en un mero pretexto para la opacidad en la gestión–, puesto que la transparencia y el debate público tienen una importancia decisiva que redunda «en una mayor solidez y respaldo social de las decisiones que se adopten», SERRA, op. cit., p. 16.


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