Page 124

REVISTA HISTORIA MILITAR 112

INFRAESTRUCTURA CASTRENSE DE SALAMANCA EN EL SIGLO XIX 123 La distribución interior apenas exigía obras de reparación, tan solo desacer algunos tabiques a poca costa. Además, estaba bien situado, en un alto apar-tado del centro de la población. El crecido número de soldados que había que atender al iniciarse la guerra civil, más de quinientos, el aumento de las enfermedades dentro del hospital y la presumible llegada de nuevos heridos, obligó a plantear la ins-talación de otros centros de atención sanitaria. El palacio de Monterrey, que estaba sin baldosas en el suelo y con los tejados y paredes llenos de grietas, se destinó para la atención de sarnosos en la planta alta y como enfermería la baja. Además, reconocieron el colegio de los Huérfanos, el convento de San Bernardo y el monasterio de San Vicente. En el primero podían acogerse 60 enfermos, aunque ya lo ocupaba la tropa de a pie de la brigada provisional de artillería. El segundo lo ocupaban 30 religiosos de la orden, pero echán-dolos de allí y cerrando los arcos de uno de los claustros, de los dos que tenía el edificio, se podían colocar hasta 220 camas. Y el tercero, San Vicente, los monjes todavía no lo ocupaban, porque faltaban algunos detalles de la pieza de la portería que es lo que después de la guerra pudieron habilitar; en el caso de terminar la obra podían meter allí hasta 150 enfermos. Además de convertirse en polvorín, como se ha dicho, San Vicente contó también con dos cuartos de atención médica y otro más, aislado, para sarnosos61. En noviembre de 1832 el general Pedro Sarnfield centró su interés en el edificio principal del colegio Fonseca, que ocupaban el rector y los criados. Era la única manera de centralizar los servicios de asistencia sani-taria para hacerlos más efectivos. Según el general, divididos los hospitales resulta que no pueden ser asistidos con la puntualidad que se requiere por los facultativos militares que les asisten. Definitivamente los hospitales de Monterrey y San Vicente quedaron reunidos en el colegio Fonseca, junto con las dependencias de la hospedería que ya estaban ocupadas para este fin. En general todos estos edificios eran tolerables durante la primavera y el verano, pero con la llegada del otoño y sobre todo el invierno las con-diciones de los enfermos eran insoportables, en razón a que no estaban pre-parados, ni pueden prepararse suficientemente sino a mucha costa. Al igual que ya ocurrió durante la Guerra de la Independencia, enfermedades senci-llas terminaban haciéndose mortales por culpa del frío. Para cementerio de los enfermos que fallecían en Fonseca se habilitó la iglesia del convento de los Mínimos, junto a la Puerta de Zamora, al norte de la ciudad. Por enton-ces todavía no existía en Salamanca un cementerio definitivo. El Ayunta-miento había hecho algunas obras en el convento del Calvario, al oeste, para 61  A.G.M.S. Sección 3, División 3, Legajos 145, 504 y 681. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 123-126. ISSN: 0482-5748


REVISTA HISTORIA MILITAR 112
To see the actual publication please follow the link above