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174 ESTEBAN MORENO RESANO lizadas, porque Majencio no se acercó a dirigirlas. Parece que se encerró en el recinto palatino, según el panegírico de 313, por miedo a perder la vida, si salía del perímetro urbano, advertido por prodigios97. Además, Roma estaba al borde de la sublevación, porque, al ser Constantino dueño de África, no llegaban a la ciudad los habituales suministros frumentarios98. Llegado éste a las inmediaciones, hubo un primer enfrentamiento, en campo abierto, el 27 de octubre de 312, en un lugar conocido como Saxa Rubra, que debe de co-rresponder con el actual término de Casale de Malborghetto, pues allí fue le-vantado un arco triunfal99. Constantino acampó ante Roma y, probablemente, un día después, el 28, la plebe romana se rebeló aclamando a Constantino y Majencio, forzado por las circunstancias, tomó la decisión desesperada de que sus tropas salieran de la ciudad. El combate se entabló frente al puente, que era bastante estrecho. Los soldados de Majencio confiaban en retirarse, pero fueron perseguidos hasta la puerta. La salida fue bloqueada por los constanti-nianos. Agolpados, Majencio y muchos de sus hombres cayeron al agua por el empuje de los atacantes, porque la multitud de fugitivos cerraba el paso100. Después, la caballería de Constantino, para atravesar la puerta, se abrió paso a golpe de espada y de lanza entre los majencianos que permanecían sobre el puente, provocando que se precipitaran también al Tíber, como muestra el llamado «segundo nuevo relieve» del arco de Constantino en Roma101. Un hecho singular de la guerra civil entre Constantino y Majencio fue la relevancia que adquirió la cuestión religiosa. No fue una contienda 97  Paneg. Lat., (XII) IX, 14. 98  Paneg. Lat., (XII) IX, 4, 4. 99  Aurel. Vict., XL, 23. 100  Paneg. Lat., XII (IX), 17; Lact., De mort. persec., XLIV, 9. Lactancio señala que el puente se había «dividido» a su espalda (Pons a tergo eius scinditur), expresando así que el suceso había ocurrido por casualidad. Más adelante el mismo autor reitera que el puente había quedado cortado (qui interruptus erat), hecho que no indica el panegirista de 313. Puede que se trate de una invención lactanciana. Eusebio adaptó esta noticia a su gusto, para parangonar el episodio con el ahogamiento de las huestes faraónicas en el mar Rojo por voluntad divina. Para ello, refiere que Majencio había hecho construir un puente de barcas para poder retirarlas en caso de necesidad, que se hundieron cuando trataban de replegarse en la ciudad. Resulta un elemento extraño al panegírico de 313 y a la versión ofrecida por Lactancio en De mortibus persecuto-rum (Euseb. Caes., HE, IX, 9, 7; VC, I, 38), por lo que no parece atendible. La historia de que Majencio había hecho contruir un puente de madera con un aparejo para cortarlo, recogida por Zósimo, tiene pocos visos de ser verosímil (Zos., II, 15, cf. MARAVAL, Pierre: Constantin, op. cit., pp. 77-78). Véase, no obstante, la interpretación de Donciu, que admite la noticia del historiador griego, cf. DONCIU, Ramiro: L´empereur Maxence, op. cit., pp. 182-184. 101  Véase la imagen comentada en: KUHOFF, Wolfgang: «Der Schlacht an der Milvischen Brücke-Ein Ereignis von weltgeschichtlicher Tragweite», en EHLING, Kay; WEBER, Gregor (eds.): Konstantin der Groβe, zwischen Sol und Christus, Verlag Philipp von Zabern, Darm-stadt, 2011, pp. 21-26, en particular, pp. 17-18, fig. 11. No nos es posible compartir la observa-ción de Kuhoff, quien sostiene que el puente era de madera. A nuestro juicio, el propio relieve representa uno de obra. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 174-198. ISSN: 0482-5748


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