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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

GUERRA, EJÉRCITO Y RELIGIÓN DURANTE EL PRINCIPADO DE CONSTANTINO 179 expresión de los dioses llamados «menores», protegiendo a Constantino. El emperador tenía con esta divinidad una relación personal secreta, en tanto que las demás fuerzas sobrenaturales se ocupaban del resto de los morta-les123. De acuerdo con los tratados alcanzados en Milán en relación con la política religiosa oficial, el discurso concluía con una invocación al dios desconocido para que garantizara el bienestar del emperador: Rector supremo de las cosas, que tienes tantos nombres como lenguas quisiste que existieran (pues con cuál quieres que te llamen, no lo podemos saber), (...) eres una mente divina, que, infusa en todo el mundo, combinas todos los elementos, (...) eres la potestad sobre todo el cielo sin que haya otra (...): así pues, te rogamos que protejas al emperador en este tiempo y en todos los que vengan124. Estas expresiones son el resultado de la búsqueda de nuevas formas religiosas, ante el descrédito de los ritos consuetudinarios. No implicaban el abandono de la tradición religiosa, pero sí la supremacía de una inteligencia divina ignota sobre los dioses «conocidos». Los soldados de Constantino, receptores directos o indirectos del discurso, permanecieron ajenos a estas reflexiones teológicas. El Arco de Constantino en Roma, levantado en el año 315 para conmemorar la batalla de Puente Milvio, representa precisamente a los militares portando las imágenes de dos divinidades características de la guerra: la Victoria y el Sol125. Por su parte, Licinio, que después de cerrar los acuerdos con Constan-tino en Milán marchó hacia Oriente para combatir a Maximino Daza, acabó plantándole batalla en la llanura conocida como Campus Ergenus126. Según el escritor cristiano Lactancio, antes de que comenzara la lucha, prescribió que los soldados recitaran una plegaria que le había dictado un ángel, y que decía así: Dios supremo: te rogamos, santo dios, te rogamos: te enco-mendamos toda la justicia, te encomendamos toda nuestra salva-ción, te encomendamos nuestro Imperio. Por ti vivimos, por ti per- 123  Paneg. Lat., XII (IX), 2, 4-5: Quisnam te deus, quae tam praesens hortata est maiestas, ut (...) contra consilia hominum, contra haruspicum monita ipse per temet liberandae urbis tem-pus uenisse sentires? Habes profecto aliquod cum illa mente diuina, Constantine, secretum, quae delegata nostri diis minoribus cura uni se tibi dignantur ostendere. 124  Paneg. Lat., XII (IX), 26: (...) summe rerum sator, cuius tot nomina sunt quot gentium linguas esse uoluisti (quem enim te dici uelis, scire non possumus), (...) mens diuina es, quae toto in-fusa mundo omnibus miscearis elementis (...) sine aliqua supra omne caelum potestas es (...): te inquam oramus ut hunc et in omnia saecula principem serues. 125  BARDILL, Jonathan: Constantine, Divine Emperor of the Christian Golden Age, Cambridge University Press, Cambridge, 2012, p. 101, fig. 85. 126  Lact., De mort. persec., XLVI-XLVI. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 179-198. ISSN: 0482-5748


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