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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

182 ESTEBAN MORENO RESANO otorgó lo que no merecía: ciertamente ya no se puede ni decir ni enumerar cuantas cosas su benevolencia celeste me ha concedido a mí, su siervo134. Constantino no había tomado parte en los sacramentos cristianos, pero de-claraba ser fiel al Dios único. Esto no significará el abandono definitivo del politeísmo institucional, pero sí la adopción de un discurso político cristiano oficial. Pero los padres sinodales reunidos en Arelate no sólo trataron la cuestión donatista. Entre otras cuestiones, abordaron algunos aspectos de la disciplina militar. En efecto, el canon III que aparece en sus actas condenaba a la excomunión a quienes abandonaran las armas «en tiempo de paz»135. Se han propuesto muchas interpretaciones, pero, de acuerdo con el contexto histórico explicado, cabe sugerir que esta disposición conciliar trataba de impedir que los soldados (al menos, los que fueran cristianos), abandonaran sus puestos castrenses136. No se trataba de deserción, y ni mucho menos, por razones religiosas, sino de omisión del deber. Los soldados debían de encontrarse hastiados después de años de contiendas entre los diferentes emperadores, como sugiere el capítulo final de De mortibus persecutorum: Así pues, celebremos el triunfo de Dios con regocijo (...), para que confirme en el tiempo la paz que ha dado a su pueblo después de diez años137. Dadas las nuevas circunstancias, la teología cristiana se puso al ser-vicio del principado constantiniano, del mismo modo que Constantino se adhería a las doctrinas de los obispos reunidos en Arelate. Muestra de ello es la elaboración de una versión cristiana de la batalla de Puente Milvio, 134  Opt. Mileu., App. V: (...) Deus omnipotens in caeli specula residens tribuit, quod non mere-bar: certe iam neque dici neque enumerari possunt ea, quae caelesti sua in me famulum suum beniuolentia concessit. 135  Con. Arel. I, c. III: De his qui arma proiiciunt in pace, placuit abstineri eos a communione. Cf. HELGELAND, John: «Christians», op. cit., p. 805; FERNÁNDEZ UBIÑA, José: Cris-tianos, pp. 476-479; SHEAN, John F.: Soldiering, op. cit. p. 293. Sin embargo, Lee sostiene que el canon prohíbe «empuñar» las armas (LEE, A. Doug: War, op. cit., p. 187), pero ni el contexto histórico ni los usos léxicos latinos no refrendan su interpretación. 136  Más allá de la literalidad del texto, que es bastante clara, las explicaciones planteadas son numerosas. Nohat vincula esta prohibición con la bagaudia y el intento de evitar las desercio-nes que supuestamente la alimentaban. Ruggiero la relacionaba con la difusión del donatismo. La escuela anglosajona ha tratado de entenderla como un intento de conciliación entre la profesión de fe cristiana y las obligaciones cívicas romanas en el contexto de la época. Cf. BAINTON, Ronald H.: Christian Attitudes towards War and Peace. A Historical Survey and a Critical Re-Evaluation, Abingdon Press, Eugene OR, 1960, p. 81; NOHAT, André: «Le Con-cile d´Arles (314) et les bagaudes», en Revue des Sciences Religieuses, 63 (1989), pp. 47-70; RUGGIERO, Fabio: «Su un aspetto della controversia donatista al I Concilio Arelatense: il ca-none 3 e la militia dei cristiani», en I concili occidentali. Secoli III-V, Istituto Patristico Augus-tinianum, Roma, 2012, pp. 363-377; SWIFT, Louis J.: The Early Fathers on War and Military Service, M. Glazier, Michigan, 1983; KALANTZAKIS, George: Caesar and the Lamb: Early Christian Attitudes on War and Military Service, Cascade Books, Eugene OR, 2012, p. 189. 137  Lact., De mort. persec., LII: Celebremus igitur triumphum Dei cum exultatione (...) ut pacem post annos decem plebi suae datam confirmet in saeculum. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 182-198. ISSN: 0482-5748


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