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REVISTA HISTORIA MILITAR 112

GUERRA, EJÉRCITO Y RELIGIÓN DURANTE EL PRINCIPADO DE CONSTANTINO 189 y un año después, en 325, fue ejecutado, al parecer, por haberse sublevado, aunque las fuentes no son unánimes. Constantino también ordenó la muerte de Martiniano, confinado en Capadocia164. Según Eusebio, que recrea en la Vita Constantini el discurso pronun-ciado por Licinio antes de la batalla de Adrianópolis, el emperador de Orien-te hizo de la guerra civil de 324 una guerra de religión. Es oportuno recordar la traducción que hizo de dicho pasaje Martín Gurruchaga: (...) he aquí a los dioses patrios que honramos por haber aprendido desde nuestros primitivos antepasados a venerarlos; pero ese que encabeza la línea adversaria ha preferido la doctrina que niega a los dioses, obcecado secuaz de un dios extranjero, ori-ginario de no sé dónde (...). Fiel a la cual, al alzarse en armas, no se lanza contra nosotros, antes bien contra los mismos dioses (...). Es, por tanto, llegada la hora en impugnará al errado en doctrina, juzgando entre los dioses venerados por nosotros y los del otro ban-do. (...)165. La arenga de guerra de Licinio estaba cargada de reflexiones polémi-cas contra los cristianos, entre ellas, la vieja acusación de ateísmo y de ser una creencia extraña a la cultura grecolatina166. Además plantea la guerra como una suerte de lid ordálica, donde los hombres iban a enfrentarse con sus armas para que los dioses exhibieran su fuerza. Probablemente, antes 164  Anon. Val., V (23-29). No obstante, la cifra de veinticinco mil combatientes muertos en las filas de Licinio que ofrece esta fuente resulta difícil de creer. Induce también a dudar del relato la afirmación de que Martiniano fue nombrado césar, cuando la numismática atestigua que obtuvo de Licinio el rango de Augusto (CAYÓN RODRÍGUEZ, Juan Ramón: Compendio, op. cit., Martiniano, N.º 1 y 2). Acerca de la ejecución de Licinio y de sus circunstancias, véase la Historia Ecclesiastica de Sócrates de Constantinopla (Socr. Const., I, 4). Zósimo ofrece una versión bastante divergente de los hechos, más prolija en detalles, pero con algunos rasgos novelescos, como, por ejemplo, un número exagerado de tropas y la mención de aparatos de guerra bastante sofisticados (torres y arietes), de cuyo uso bien se puede dudar (Zos., II, 21-28). El relato de Eusebio de Cesarea es todavía más inconsistente en su descripción de los acontecimientos, ya que, por su carácter edificante, se centra en las inquietudes religiosas del emperador (Euseb. Caes., VC, II, 6-12). De acuerdo con las fuentes, tampoco queda muy claro si la rendición se produjo en Crisópolis (como indica la Origo Constantini imperatoris y da a entender Clauss) o en Nicomedia (como, a partir del relato de Zósimo, defienden la mayor parte de los autores modernos). Cf. KLAUSS, Manfred: Konstantin, op. cit., p. 48; BARNES, Timothy D.: Constantine. Dynasty, Religion and Power in the Later Roman Empire, Wiley- Blackwell, Chichester, 2011, p. 106; MARAVAL, Pierre: Constantin, op. cit., pp. 156-159. 165  Euseb. Caes., VC, II, 5, 2-3. Para la traducción, cf. GURRUCHAGA, Martín: Eusebio de Cesarea. Vida de Constantino. Introducción, traducción y notas de, Gredos, Madrid, 1994, p. 212. 166  Véase al respecto: LEVIELS, Xavier: Contra Christianos. La critique sociale et religieuse du christianisme des origines au Concile de Nicée (45-325), De Gruyter, Berlín, 2007. Revista de Historia Militar, 120 (2016), pp. 189-198. ISSN: 0482-5748


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