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REVISTA DE SANIDAD FAS ENEMAR 2017

Cantalejo Pérez F., et al. por lo que todo el material de residuos se introdujo en el avión. Se siguió el procedimiento de “doble bolsa”; utilizándose para su almacenamiento 6 paquetes de bolsas de tipo “doble bolsa 4/ full-trolley” proporcionadas por la compañía aérea Iberia como parte del material de mayordomía del avión. Las bolsas se llena-ron en un 80% de su capacidad y se cerraron con bridas, tras lo cual se dispusieron en la “zona sucia” de la aeronave, aseguradas, para evitar su esparcimiento y para que nadie que no llevase un traje EPI se acercase a ellas. Entre los residuos, aparte de aque-llos que estuvieron en contacto directo con los pacientes, tam-bién se incluyeron los trajes usados, guantes y todo aquello que se utilizó durante el vuelo que, a pesar de ser usado desde fuera de la cámara, se consideró igualmente material biocontaminado. Al aterrizar en Madrid, los residuos fueron dispuestos fuera del avión en una zona aislada y señalizada, que además mantuvo una vigilancia permanente para evitar que nadie ajeno a la mi-sión se acercase a ellos. Los residuos que estaban dispuestos en las bolsas se metieron en contenedores rígidos de 60 litros, que se llenaron hasta un máximo del 80% de su capacidad y sin aplastar el contenido. A continuación se cerraron y se pusieron a disposición de la empre-sa encargada de la gestión de los mismos. En uno de los conte-nedores negros rígidos se dispuso el contenedor amarillo de po-lipropileno de 4 litros, donde se encontraba el material punzante biocontaminado. Este contenedor se introdujo en una bolsa y después en un contenedor rígido de 60 litros, y fue considerado como “primer contenedor”. Esta tarea se llevó a cabo por dos personas de la UMAER que estaban protegidas con trajes EPI tipo 3B Además, durante esta tarea se contó con la ayuda del personal sanitario de la base aérea de Torrejón, quienes hicieron la tarea de observador mientras el personal ejecutor se encarga-ba del manejo de los mismos, como se indica en la bibliografía revisada sobre el manejo de pacientes con enfermedad infecto-contagiosa3,4. En conclusión, durante la primera evacuación se utilizaron un total de 17 contenedores, los cuales se señalizaron con etique-tas con el código ONU 3291 de residuos biomédicos. En la segunda evacuación, durante la asistencia inicial al pa-ciente se contó con ayuda de personal local de la ONG Médicos Sin Fronteras. Muchos de los residuos que se generaron en la asistencia inicial del paciente se quedaron en Freetown; se dispu-sieron 54  Sanid. mil. 2017; 73 (1) en contenedores rígidos de 60 litros de capacidad y fue el personal local de dicha ONG quien se deshizo de ellos según su protocolo de gestión de residuos. También quedó en Freetown el cubo con solución de hipoclorito sódico que se utilizó para el lavado de manos y de calzado del personal asistencial. Durante el vuelo, los residuos generados fueron dispuestos en bolsas rojas aplicando el procedimiento de “doble bolsa”. Estas bolsas una vez utilizadas, se cerraron con bridas y se in-trodujeron en contenedores rígidos de 60 litros marcados con etiquetas con el código ONU 3291 de residuos biomédicos. De nuevo se utilizó un solo contenedor negro de 60 litros para introducir el contenedor amarillo de polipropileno de 4 li-tros donde se introdujo el material punzante biocontaminado. También se consideró como “primer contenedor”. Los contenedores se dispusieron en la “zona sucia” del avión, asegurados a la aeronave con un sistema de correas con certifi-cación aeronáutica. Una vez que el avión llegó a Madrid, los contenedores con el material de desecho se quedaron dentro de la aeronave durante el periodo de desinfección de la misma. Cuando este concluyó, los contenedores fueron dispuestos en una zona de la platafor-ma aérea señalizada, aislada y vigilada, donde se hizo cargo la empresa responsable de la gestión de residuos. En esta segunda aeroevacuación se utilizaron un total de 13 contenedores. Los plásticos empleados para cubrir ambas aeronaves se con-sideraron como material biocontaminado. Una vez realizada la trasferencia del paciente en Madrid, los plásticos permanecieron dentro de la aeronave durante el proceso de descontaminación, tras el cual se introdujeron en los contenedores rígidos de 60 li-tros por personal con traje EPI tipo 2B y se pusieron a disposi-ción de la empresa encargada de la gestión de residuos. Para la descontaminación de la aeronave, se realizó un rocia-do del interior de la misma con solución de Rely+On™ Virkon® al 1% tras lo cual se abrió un bote de NDP Air Total de 50 ml dejándolo actuar durante 10 horas. DISCUSIÓN Minimizar riesgos en el cumplimiento de la misión es una máxima siempre presente, por cuanto se trata de la aeroeva-cuación de pacientes infectocontagiosos, buscar el inalcanzable “Riesgo 0” se convierte ineludiblemente en un condicionante que marcará la diferencia entre el éxito o el fracaso en este tipo de operaciones. Evitar el contagio es más que una prioridad, es una necesi-dad cuando se trata de la aeroevacuación de pacientes diagnos-ticados o sospechosos de portar enfermedades contagiosas y po-tencialmente mortales como el virus del Ébola. Pero no debemos olvidar que el Ébola no es más que una de las posibilidades a la que nos debemos enfrentar y debemos estar permanentemente preparados, individualizando nuestras capacidades a las caracte-rísticas particulares de cada una de ellas, no se debe ni se puede generalizar. A este objetivo, ya de por sí difícil, se unen otros factores estresantes que refuerzan aún más la necesidad de hacer un mi-nucioso planeamiento previo así como una buena ejecución de la Figura 15. Transferencia en la B.A. de Torrejón. operación. Entre esos factores estresantes se encuentran:


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