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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA CERVANTES

118 Mª ÁNGELES VARELA OLEA de su brillante domesticidad. Son dos tipos de educación general y am-pliamente humana, que no pierde su valor aunque esté adaptada a un medio singular y selecto, que conservaba el brío de la Edad Media sin su rusticidad y asistía a la triunfal resurrección del mundo antiguo sin contagiarse de la pedantería de las escuelas. La educación, tal como la entiende Castiglione, desarrolla armónicamente todas las facultades físi-cas y espirituales sin ningún exclusivismo dañoso, sin hacer de ninguna de ellas profesión especial, porque no trata de formar al sabio, sino al hombre de mundo en la más noble acepción del vocablo»15. Tan difundida obra del Renacimiento presenta el asunto recogiendo los diálogos de personajes con diferentes puntos de vista. En ellos, como el mismo Cervantes hará en boca de sus propios personajes, el autor de-fiende distintas posturas en lo relativo a la educación del gentilhombre, su comportamiento en la Corte, cómo se ha de formar la dama perfecta –con notables hechos de mujeres y nombres ilustres–, así como las virtudes y calidades del cortesano. A todo ello, se añade cómo ha de amar la dama, y muestra «al cortesano la manera que debe tener para amar». Es decir, el tratado abunda en la idea del amor a estilo petrarquista, el cual conlleva la idealización de la dama, es decir, ese mismo platonismo quijotesco en la visión de su Dulcinea y ese rechazo hacia el amor sensorial del vulgo. Casti-glione invita a subir aquella escalera que tiene en su más bajo grado el amor sensual para alcanzar la morada de la celestial, dulce y verdadera hermosu-ra16. La creación de Dulcinea escenifica maravillosamente esa subida hasta el cielo del objeto amado17. Tan idealizada se nos presentará Dulcinea que es difícil referirse a ella como personaje, pues es más una «idea» que vive en él: «Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, si es fantástica o no es fantástica y estas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo»18. (Quijote II, XXXII). Pero además de esa idealización platónica, presente en prácticamente toda poesía amorosa renacentista, otros muchos rasgos con que Castiglione define al perfecto cortesano se reconocen en Cervantes. Las constantes sáti-ras al estilo artificioso y erudito del Quijote, reflejan esa poética del soldado 15 Menéndez y Pelayo, Marcelino: «Prólogo» a la obra de Baltasar Castiglione: El cortesano. Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1945, pág.10. 16  Castiglione, Baltasar: El cortesano. Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1945, pág. 248. 17  Barnés, Antonio: Los amores del Quijote. Teconté, Madrid, 2016, pág. 60. 18  Sobre este aspecto, remito a Torres, Julio: «Dulcinea del Toboso. El personaje elíptico», en Revista de Filología Románica, núm. 14, Vol. II, 1997, pp. 441-455. Dulcinea es la proyec-ción ideal de Aldonza, como su propio nombre indica y señaló Rafael Lapesa: «Aldonza-dulce- Dulcinea», en De la Edad Media a nuestros días, Gredos, Madrid, 1967, pp. 212- 218. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2016, pp. 118-140. ISSN: 0482-5748


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