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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA CERVANTES

LA POÉTICA DE CERVANTES 147 altas verdades científicas... sino solo la intuición de la forma que es el mundo intelectual en el que vive»6. Pero, más allá aun del reconocimiento como genio que le atribuye el san-tanderino, Cervantes no solo hace teoría literaria mientras escribe y reflexiona sobre su actividad, conoce las doctrinas literarias, las que enseña cualquier poé-tica de entonces, especialmente la de Luis Vives sobre la teoría de la imitación, la del Pinciano y la de los clásicos, Aristóteles y Horacio. Y no entro en el debate sobre sus conocimientos del latín, porque disponía ya de las traducciones de Horacio realizadas por Vicente Espinel y Luis Zapata en Madrid y Lisboa res-pectivamente, así como los comentarios de Horacio realizados por el Brocense o los de Virgilio en la versión de Gregorio Hernández de Velasco. Tampoco le eran ajenas las ideas platónicas expuestas en La Galatea y que vienen a coincidir con la poesía mística de la época. Basta con que veamos la forma figurada como define la poesía en el coloquio del Caballe-ro del Verde Gabán, en La Gitanilla o en El viaje al Parnaso, tres referen-cias de obligada lectura para quienes buscan la esencia de la poesía. Es el propio Cervantes quien nos deja testimonio de su laboriosidad (exercitatio) en tres versos de su Viaje al Parnaso: «Yo, que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo». (vv. 25-27). De la Poética de Aristóteles sabe que la comedia es mímesis de hom-bres inferiores, pero no en todo el vicio, sino lo risible, que es parte de lo feo, pues lo risible es un defecto y una fealdad sin dolor ni daño, aunque, como ocurrió en la literatura antigua, también su comedia no tuviera el reconoci-miento debido hasta pasado el tiempo. De Horacio ha aprendido que el buen poeta no es un simple versifica-dor, sino un hombre perfecto dotado de virtud y sabiduría, capaz de desarro-llar las nobles funciones religiosas, civiles, y morales, que corresponden a la auténtica poesía7; que no es suficiente con los dones naturales para que una obra sea perfecta; que el trabajo y el estudio sin el genio no sirven de nada, y al contrario, el genio debe pulir sus aptitudes innatas con el trabajo8; que el arte se aprende con un lento proceso en el que el poeta debe tener como mo- 6  Menéndez Pelayo, M.: Historia de las ideas estéticas en España, I-II. Consejo Superior de Investigación Científica, Madrid, 1993, pág. 743. 7  Esta valoración de la importancia del poeta en la sociedad aparece también en la Defensa del poeta Arquias de Cicerón. 8  Horacio: Ars poética, vv. 391-433. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2016, pp. 147-172. ISSN: 0482-5748


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