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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA CERVANTES

42 MANUEL FERNÁNDEZ NIETO hasta que se le ocurre transformar a tres labradoras que se acercan mon-tadas en borricos en Dulcinea y sus dos doncellas. Naturalmente aquí es don Quijote quien no las ve y Sancho el que fantasea presentando de forma genial la mentira como verdad, pues de haber existido Dulcinea, su forma real sería una labradora parecida a la que se describe en la novela. Este epi-sodio es fundamental pues nos da la pauta genial de cómo tratará Cervan-tes la segunda parte de su relato: Sancho se «quijotizará» y el caballero se «sanchificará»; por ello afirma secamente: «yo no veo sino tres labradoras sobre tres borricos»14. A diferencia de la primera parte, en la segunda don Quijote no transformará la realidad pues será engañado por los demás o por las circunstancias. Todos los sucesos en los que se ven envueltos caballero y escudero servirán a Cervantes para reflexionar sobre los avatares del ser humano y sobre los tópicos literarios del teatro del mundo y de la vida como comedia. Los distintos episodios que se suceden en esta tercera salida del hidalgo, aunque con algún eco caballeresco, son más variados y didácticos, baste recordar el ejemplo del Caballero del Verde Gabán, Las bodas de Ca-macho, La bajada a la cueva de Montesinos, o la crítica social de la corte de los duques con el apartado excepcional del gobierno de Sancho. El viaje de don Quijote hasta Barcelona combinando hechos reales, como el bandolero Roque Guinart, la visita a la imprenta o el episodio de las galeras plantean una nueva fórmula narrativa que concluye con la derrota del ingenioso hidalgo en la playa y la imposición de su vencedor, el Caballero de la Blanca Luna, para que regrese a su pueblo. El camino de vuelta es una parábola de la vida con sus ilusiones y frustraciones hasta llegar a su aldea donde el caballero, sumido en una profunda tristeza, cae enfermo. Al cabo de seis días de calentu-ra despertó habiendo recuperado la razón, por lo que ya no es don Quijote de La Mancha sino Alonso Quijano. Pide confesión, como buen cristiano, y hace testamento. El hidalgo manchego muere para que nadie vuelva a resucitarlo y Cervantes, Cide Hamete Benengeli, acaba el relato diciendo: «No ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparata-das historias de los libros de caballería, que por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando y han de caer del todo, sin duda alguna». Esta aseveración de que el Quijote estaba escrito para acabar con las novelas de caballería fue, según algunos críticos, la única intención de Cer-vantes al publicar la obra. Sin embargo, para muchos de sus lectores esto sólo era un pretexto, pues el escritor abrigaba otros propósitos. Desde luego, el autor se vale de la crítica a los libros caballerescos para dar sentido a su obra, 14  Salvador de Madariaga, Guía del lector del Quijote, Madrid, Espasa- Calpe, 1926, pp. 151- 163. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2016, pp. 42-46. ISSN: 0482-5748


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