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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA CERVANTES

62 FRANCISCO RAMOS OLIVER unos a los otros hasta el límite de sus fuerzas en el transcurso del combate, convirtiéndose al fin en un solo hombre incansable que lucha hasta morir si es necesario. Entre las virtudes que caracterizan al soldado destaca Cervantes el va-lor, porque «el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga», sentencia que por dos veces aparece en el Quijote (II, prólogo y XXIV) y una en Los trabajos de Persiles y Sigismunda (IV, 1). El valor se lleva dentro de sí mismo «porque no se coronan en la gloria si no es los capitanes vale-rosos, que llevan en sí mismos la victoria» (Cervantes, Elegía al cardenal Espinosa, 1952, 44) y no se debe buscar en la protección de las armaduras o las fortificaciones porque se debe ir «más que de hierro de valor armado» (Cervantes, Canción primera a la Armada Invencible, 1952, 61) y «el cobarde está desnudo aunque se vista de acero» (Cervantes, El gallardo español, 1952, 190) si bien es verdad que la cohesión, el compañerismo, los camaradas, aque-llo por lo que el soldado arrostra los mayores sacrificios incluida la muerte pueden infundir valor y «puede ser valiente detrás de un muro un corazón medroso cuando a sus lados que le animan siente» (Cervantes, ibidem, 186). Ahora bien, la valentía debe estar regida por la prudencia ya que «la que no se funda sobre la base de la prudencia se llama temeridad y la valentía que entra en la jurisdicción de la temeridad, más tiene de locura que de fortaleza» (Quijote II, XVII y XVIII). Así define Cervantes el valor, la valentía: «Es una virtud que está puesta entre dos extremos viciosos, como son la cobardía y la temeridad; pero menos mal será que el que es va-liente toque y suba al punto de temerario, que no que baje y toque en el punto de cobarde». (Quijote II, XVII). Cervantes, buen soldado, no confunde huida con retirada «que el re-tirar no es huir, ni el esperar es cordura, cundo el peligro sobrepuja a la esperanza» (Quijote I, XXIII) porque «tiempos hay de acometer y tiempos de retirarse, y no ha de ser todo ¡Santiago, y cierra España!» (Quijote II, IV). «Y tanto alcanza de fama el buen soldado cuanto tiene de obediencia a sus capitanes y a los que mandar le pueden» (Quijote II, XXIV). Esta fra-se es quizás la única referencia directa en la novela a la obediencia militar como manifestación individual de la disciplina, virtud fundamental del mili-tar que garantiza la rectitud de conducta y asegura el cumplimiento riguroso del deber. Para Cervantes el buen soldado alcanza la fama en la disciplina, no en la aventura caballeresca. Pero hay un pasaje en el «Discurso de las armas y las letras» (Quijote I, XXXVII y XXXVIII) en el que ejemplifica de forma dramática las virtudes básicas del soldado: Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2016, pp. 62-76. ISSN: 0482-5748


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