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REVISTA HISTORIA NAVAL 136 MAS SUP25

MARÍA LUISA RODRÍGUEZ-SALAS angustia y temor al percatarse de la escasez de agua potable y de bastimentos a medida que el viaje avanza. Y, muy especialmente, su preocupación ante la ineficacia de la goleta, ya en los difíciles mares filipinos, casi totalmente destruida. Ahí es cuando, una vez más, demuestra su firmeza de carácter, ante el temor de verse impedido para continuar navegando y que su misión estuviera a punto de fracasar; se vale de todos los recursos posibles para poder entregar, a la mayor brevedad, su valioso documento. Solicita ferviente y en ocasiones exigentemente, ayuda en el pequeño puerto al que arribó; personalmente intenta arriesgadas y valerosas travesías que se ve obligado a suspender ante los embates de la naturaleza. Y aprovecha cualquier oportunidad para proseguir viaje hasta la capital filipina. A lo largo del texto se revela claramente cómo Estorgo sacrifica su propio bienestar y el de su tripulación para cumplir su encomienda, y, ante la incapacidad de su barco para continuar el viaje, recurre a todos los medios para conseguir su traslado hasta la presencia del gobernador de Filipinas para entregarle los secretos pliegos reales. Finalmente, llega la ayuda directa del gobernador, quien había recibido uno de los varios mensajes que Estorgo le enviara. Así, embarca en la nave oficial para efectuar el último tramo de recorrido y desembarca en Cavite, puerto cercano a Manila, y entrega, en propia mano de la alta autoridad filipina, el documento de Carlos III, que debía haberle ya quemado las manos. Papeles que no eran cosa mínima, eran mucho más importantes que los que usualmente se llevaban a bordo en las travesías. La vía Si bien, en el texto del documento central no se especifica, Estorgo en carta que envió al virrey de la Nueva España desde Manila el 21 de noviembre de 1768 expresa la pertinencia de la entrega de los «pliegos reales» que portó. En esa misiva informó de un hecho importante, el 13 de junio de 1767 se había enviado «con barco de los de este comercio que venía por la Caravana de Moscovia y vía de la China» una carta a los jesuitas en la que se «les anticipaban cuanto acaecía en España y Europa, con lo que se hubieran precavido del golpe». Adicionalmente, desde Madrid salió otro correo con el extrañamiento de los jesuitas, por la vía de Francia, Holanda y Batavia. Pero que no llegó aquí (Filipinas) hasta principios de julio (12). Sobre esta doble vía de aviso del destierro, Santiago Lorenzo García, menciona: «… con el objeto de asegurar en su posible, su arribada, se utilizó una doble vía: por Oriente bordeando el Cabo de Buena Esperanza y por el Atlántico, haciendo escala en Nueva España» (13). Ahora, debido al documento de Estorgo, sabemos que, en realidad, fue una triple vía, ya que a las dos mencionadas, la del cabo de Buena Esperanza y el Atlántico y la de Francia y Batavia (Países Bajos), se unió la que llevó Estorgo. (12)  Ibídem, Marina, vol. 28, exp. 44. (13)  LORENZO GARCíA, n. 15, p. 76. 16 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 136


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