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72 absoluta militarización de la guerra, la deriva militar, ocasionada por la pérdida del referente político, conduce a la transformación del combate en un fin en sí mismo; es la guerra sin razones, una cultura de violencia que se perpetúa como hábito, sin más problema que resolver. No obstante Ludendorff, tras la Primera Guerra Mundial, aduciendo que no se le habían facilitado todos los recursos posibles para la guerra, llegó a propugnar que la política debía subordinarse a las necesidades de la guerra, invirtiendo con ello la célebre ecuación de Clausewitz y subordinando la sociedad a la herramienta. Así, cuando Clemanceau decía que «la guerra es un asunto demasiado serio para dejárselo a los generales» o cuando, como se veía, Ludendorff pretendía que la política se subordinase a la guerra, ambos reconocían implícitamente no haber realizado su trabajo. Clemanceau, al no ser capaz de reconducir las fuerzas que había desatado y resolver el debate político que corría paralelo a la guerra. Y Ludendorff su incapacidad para resolver el paradigma clausewitziano que había estancado el conflicto («la defensa es más fuerte que el ataque»), como harían sus sucesores en la Segunda Guerra Mundial, mediante la guerra de movimientos. La guerra total tiende simultáneamente tanto a la autonomía de lo militar (a la separación entre el poder civil y el mando directo de los Ejércitos —la unidad de mando tan propia de las guerras de Primera Generación—, ante la complejidad de la situación y su carácter técnico, lo que ha generado graves problemas de coordinación) como a integrar aspectos económicos y sociales. Se precisa reintroducir la política en la ecuación que sirve para su correcto guiado, en palabras de Kissinger: «El requisito previo de una política de guerra limitada es volver a introducir el elemento político en nuestro concepto de la guerra y descartar la idea de que la política termina al iniciarse el conflicto o que la contienda puede contener otros objetivos que los normales de la política nacional»24. Con todo, los instrumentos puramente políticos no cesan de actuar durante los conflictos, de ahí surge la interrelación Política-Estrategia. Esta interrelación la plasma el almirante Álvarez Arenas en los siguientes términos: «Un estadista es tanto más excelso cuanto menos aparente saber de lo militar y un estratega lo haría mejor 24 Fuller, J.F.C. La dirección de la guerra. Op. cit., p. 290. bie3 ZĞĨůĞdžŝŽŶĞƐƐŽďƌĞĞůůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽŵŝůŝƚĂƌĚĞůƐŝŐůŽyy/;/Ϳ͘>ŽƐŶŝǀĞůĞƐĚĞ ĚĞĐŝƐŝſŶ &ĞĚĞƌŝĐŽnjŶĂƌ&ĞƌŶĄŶĚĞnjͲDŽŶƚĞƐŝŶŽƐ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϬϭͬϮϬϭϳ ϭϱ


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