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LAS RAÍCES DE LAS ORDENANZAS MILITARES… 53 dad non podían trabajar en fecho de armas; e otros que non avian el uso delas armas, e que desto se nos avía seguido e podía seguir deservicio…”102. −− Se incrementó el valor de las lanzas de 1.500 a 2.500 maravedíes. −− Se favoreció en todos los territorios de la Corona la caballería ligera. −− Se estipuló que los vasallos con disfrute de tierras mantuviesen caballo y armas, y para que estuvieran “todo el tiempo aperçibidos de cavallos e armas para lo que conpliese anuestro servicio” hicieran alarde en sus respectivas comarcas una vez al año, en concreto, el día uno de marzo, frente a los seis que se habían solicitado en 1385103. Dicho alarde se tenía que realizar ante los oficiales enviados por el monarca, aunque también existía la posibilidad de hacerlo ante los alcaldes, justicias o escribanos de la localidad. −− Al alarde anual debían concurrir con sus armas y dos monturas: un caballo y una mula. Nadie, de acuerdo a lo establecido en 1385, podía presentar mulas y no caballo, especialmente en tiempo de guerra. −− Si se intentaba algún engaño en el alarde, como acudir con armas o animales prestados, el propietario de los mismos los perdía y el defraudador, además de pagar una multa equivalente al valor de los bienes, estaba obligado a devolver las tierras recibidas del rey104. −− Se prohíbe disfrutar de tierras o “acostamientos” del rey y de otro gran señor a la vez, así como pasar del servicio del monarca al de otra persona en tiempos prebélicos, incluso devolviendo la tierra al primero. −− Siguiendo de nuevo lo dispuesto en el Ordenamiento de 1385, debían presentarse al alarde no sólo los caballeros de “acostamiento” sino todos los hombres, clérigos y legos, entre 20 y 60 años; y de acuerdo también con la normativa vallisoletana referente al traje y 102  Cortes, II, pp. 460-461. 103  La nueva periodicidad obedecía al hecho de haber podido comprobar ya que los alardes bimensuales establecidos en las Cortes de Valladolid de 1385, por excesivamente costosos, eran irrealizables. 104  Como era habitual en la mayoría de los casos, no sólo en los relacionados con el ejército, el importe de la multa se dividía en tres partes, destinándose el primer tercio para la Cámara, el segundo para el juez y el último para el denunciante. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2017, pp. 53-58. ISSN: 0482-5748


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