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LAS ORDENANZAS DE LAS GUARDAS DE CASTILLA: LA FORMA… 91 hacía evidente que las motivaciones económicas fueron las que impulsaron esta nueva ordenanza. El aspecto común con las anteriores se encontraba en la insistencia de su objetivo reformista, velar por la tranquilidad del estado, manteniendo ilesa la dignidad del trono, evitar fraudes que fueran en contra de la hacienda real, procurar que las plazas estuvieran al completo y con el equipo reglamentario, controlar las conductas personales y profesionales de sus miembros, atender a su debida preparación e instrucción militar, disminuir o erradicar los conflictos desagradables siempre entre las guardas y la población civil de sus alojamientos. Se ponía especial énfasis en que todos los miembros de las guardas fueran aptos para el servicio militar y estuvieran dotados adecuadamente para el fin que se esperaba de ellos. En esta ordenanza Felipe II daba ventajas económicas y facilidades a los que se alistaran en ellas, asumiendo el monarca directamente el reto que tenía ante sí de la necesidad de reformarlas, pero los acontecimientos históricos en el exterior de la Península volvieron a desdibujar el papel de las guardas. En efecto, el desplazamiento del interés al Norte, la conquista de Portugal, el apoyo a la causa católica en Francia y la defensa de los derechos sucesorios de su hija Isabel Clara Eugenia, hicieron incrementar la participación militar de efectivos hispánicos en nuevos frentes a los que luego se unieron los sucesos derivados del enfrentamiento con Inglaterra. Las guardas vivieron su época más gloriosa en la segunda mitad del siglo XVI cuando Felipe II movilizó algunos de sus contingentes en la guerra de las Alpujarras contra los moriscos sublevados y reuniría gran parte de sus efectivos tanto en la conquista de Portugal en 1580 como en las jornadas de las alteraciones de Aragón de 1591 y 1592. En el primer caso, se sabe de su participación y su permanencia un tiempo en Lisboa; en tierras aragonesas estuvieron porque existen evidencias de la dificultad para pagarlas cuando estuvieron aposentadas en Alfaro, Toro, Zamora y Santo Domingo de Silos. De hecho, en este último lugar dos labradores se fugaron de la cárcel y se alistaron en una compañía mientras huían porque se toparon con un alguacil y le dispararon. Además, desde Daroca los documentos nos advierten de la falta de paja para los caballos y su inexistencia en los alrededores. También afirman que la gente encarecía los precios de lo que necesitaban para ganar dinero ante tanta cantidad de gente desplazada para combatir. La semejanza del contenido de las ordenanzas nos hace pensar en un claro inmovilismo que impera dentro de la institución, pues a lo largo de un siglo, la administración no fue capaz de atajar definitivamente las deficiencias y carencias que se advertían en su funcionamiento. Cierto es que se pone especial énfasis en controlar a los efectivos y de sus equipos Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2017, pp. 91-100. ISSN: 0482-5748


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