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REVISTA IEEE 11

http://revista.ieee.es 110 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 11 / 2018 militar y, en última instancia, los del poder global. Su firme convicción acerca de que la clave está en el dominio del mar no excluye la necesidad de atender a otras dimensiones de la guerra. Mahan puede ser criticado por su desconsideración hacia la dimensión terrestre de la guerra. No suele decirse lo mismo del aérea por motivos pu-ramente cronológicos. Pero de haber escrito sus obras principales apenas unas décadas más tarde, es probable que hubiera sucedido otro tanto. Siendo eso cierto, la sorpresa es relativa. Al fin y al cabo… ¿cuánto esfuerzo dedican Clausewitz o Jomini o Moltke a la guerra en el mar o, cuanto menos, a la cooperación de los ejércitos con sus respec-tivas Marinas de Guerra? La verdad es que la sensibilidad de Mahan por las demás dimensiones de la guerra y por los quehaceres de sus protagonistas es reducida, pero en ningún caso es nula2. Difícilmente podría serlo cuando lo que reclama es el control de las rutas marítimas pensando —como no puede ser de otro modo— en el abastecimiento de las posicio-nes (civiles o militares) en tierra firme, así como en negar lo propio al adversario3. Sin perjuicio de lo cual, justo es decir que Mahan reclama la prioridad estratégica de lo talásico, de modo que se convierte en condición necesaria (aunque no suficiente, es importante subrayarlo) para afianzar el éxito de cualquier política global. La explicación de la preeminencia de lo marítimo en su obra, así como de su esta-blecimiento como condición de posibilidad del poder militar y, en última instancia, del poder global radica en que, en sus propias palabras, el mar es el medio «más barato y más fácil» de transporte, superando con creces al transporte por tierra: «el transporte terrestre, siempre restringido y por tanto siempre lento, hace esfuerzos envidiosos pero desesperanzados, tratando en vano de remplazar y suplantar el camino real creado por la naturaleza»4. Mahan plantea esta supremacía de lo marítimo aun asumiendo los problemas específicos de los océanos de su tiempo (cita la piratería… que aún genera problemas en nuestros días), así como la mejora —de la que toma buena nota— del transporte por carretera, incluyendo el ferrocarril5. Con todo, insiste: la mayor parte del transporte mundial se desarrolla por mar y añade que se trata de una constante, como queriendo indicar que tal circunstancia no va a variar con el paso del tiempo. 2  Como botón de muestra valgan sus reflexiones acerca de las relaciones de los almirantes, pero también de los generales, con el poder político, así como sus críticas al hecho de que los almirantes no dominan lo suficiente la guerra terrestre, aunque también la plantea a la inversa MAHAN, Alfred, La influencia del poder naval en la historia. Madrid: Ministerio de Defensa, 2007 (1890), pp. 165 y 303. Lo cual constituye, por cierto, un alegato explícito a favor de avanzar hacia lo conjunto que es muy interesante para su época. Por si fuera poco, en su obra pueden leerse comentarios favorables a algunos de los primeros (todavía escasos) episodios de guerra anfibia, como el asalto británico al Quebec, en 1760. 3  HOBSON, Rolf. Imperialism at Sea. Boston: Brill Academic Publishers, 2002, p. 158. 4  MAHAN, Alfred. Interés de los Estados Unidos de América en el poderío marítimo. Universidad Nacional de Colombia, 1897, p. 31. 5  MAHAN, Alfred. ídem, p. 95. Precisamente, la irrupción del ferrocarril y la mejora del piso de los caminos tradicionales fueron un factor relevante para comprender el auge de la geopolítica continental, especialmente con la obra de Halford Mackinder, aun autor casi contemporáneo de Mahan, cuyo texto basal data de 1904.


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