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REVISTA IEEE 11

http://revista.ieee.es 124 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 11 / 2018 La Navigation Act fue una tentativa de Londres para frenar el ímpetu holandés en el transporte marítimo. Los neerlandeses ofrecían los portes más baratos, de modo que sus buques mercantes eran los más solicitados por terceros. En el siglo XVII, entre los Estados en auge, Holanda estaba ganando a Inglaterra la pugna por el liderazgo comercial. En esta tesitura, la Navigation Act solo permitía el acceso a puertos ingleses de mercantes de su propia bandera (trajeran las mercancías de donde fuere) o bien de mercantes que enarbolaran cualquier otra, pero en este caso a condición de que los productos transportados en sus bodegas fuesen originarios del país que armaba ese mercante. Así, la posibilidad de que buques holandeses operaran en puertos ingleses disminuía drásticamente. Mahan defiende esa norma aduciendo que era necesario adoptar «enérgicas medi-das legislativas para el crecimiento del comercio y de la Marina mercante de su país»59. Entonces, a pesar de su apuesta librecambista, opta por integrar —o hasta exigir— medidas aparentemente contradictorias cuando el fin último es la defensa del tejido empresarial propio. ¿Una muestra más de la dialéctica mahaniana? Probablemente. Lo sostenido por Mahan hace algo más de un siglo podría compararse, si no en su letra, sí en su espíritu, con algunos posicionamientos del actual presidente de los Estados Unidos, con quien su precursor compartiría ADN ideológico, no menos que similares preocupaciones por competidores capaces de ofrecer los mismos servicios a mejores precios, teniendo como trasfondo la rivalidad entre grandes potencias por hacerse con posiciones hegemónicas. Curiosamente, entre los grandes avaladores de la Navigation Act también hallamos a… ¡Adam Smith! En efecto, a finales del siglo XVIII el escocés —siendo como era un gran patriota británico— defendió la pertinencia de esa vieja norma, con criterios similares a los expuestos por Mahan: de nuevo, la economía debía ser puesta al servi-cio del interés nacional —de la defensa nacional, dice el británico— y no al revés60, pese a que a corto plazo dichas políticas puedan ser contraproducentes en términos de competitividad. De ahí la cita que he propuesto para encabezar este artículo, fiel reflejo de las tesis más profundas de Mahan, en sintonía con la no incompatibilidad (o hasta con la indispensable sinergia) entre mentalidad comercial y fomento de la defensa nacional. CONCLUSIONES Mahan parte de una realidad objetiva que se confirma con el paso del tiempo, a saber, que la mayor parte del comercio mundial se desarrolla en el mar. Teniendo en cuenta la improbabilidad de que un Estado sea autosuficiente en todo lo necesario para sostener a su población e industria, los Estados que aspiren al estatus de potencia 59  MAHAN, 2007, op. cit., p. 124; MAHAN; 1897, op. cit., p. 43. 60  SMITH, Adam. La riqueza de las naciones. Madrid: Alianza Editorial, 1994 1776, pp. 557-558.


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