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REVISTA IEEE 11

http://revista.ieee.es 34 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 11 / 2018 Para María Angustias Parejo50, profesora de Ciencias Política y de la Administración de la Universidad de Granada, el Majzén genera y propulsa los cambios políticos nece-sarios para su propia supervivencia, siempre todo limitado a las diferentes élites del país. En sus palabras: «el rey mantiene su supremacía con la siembra constante de semillas de dependencia entre él y los diferentes sectores escogidos de la sociedad». Es, precisamente, ese flujo de recompensas materiales y honoríficas a las élites lo que mantiene el sistema. Mohamed Larbi Ben Othmane, profesor de Derecho en la Facultad de Rabat, tam-bién ha puesto de manifiesto en sus escritos la capacidad del Majzén para fagocitar oposición y transformarla en un instrumento útil para sus propios fines políticos. La constitución marroquí define el país como una monarquía constitucional, de-mocrática y social. El rey se sitúa por encima de la división de poderes porque su posición deviene de ser descendiente del Profeta, como se ha afirmado anteriormente. Y, desde esta posición, ha demostrado su capacidad para imponerse a otros actores políticos, con algunas, pequeñas, concesiones. Basándose en esta estructura, y dando un paso más allá, la estrategia marroquí se centra en impedir el control mayoritario de los órganos de Gobierno por ninguna fuerza política. Algo que se ha demostrado muy eficaz para el mantenimiento de la estabilidad interna. Un auténtico logro de la monarquía alauí. Así pues, a diferencia de los dos casos anteriores, el sistema político marroquí no llega al nivel de avance de Túnez (aunque, como se ha señalado anteriormente, los caminos seguidos por ambos partidos islamistas se parecen bastante) ni al acceso al poder para cambiar el sistema desde dentro, como ha ocurrido en Turquía, volviendo a soluciones del pasado autoritario; sino que, más bien, ha demostrado su fortaleza fren-te a los retos provenientes de la calle. Al menos, hasta el momento, habrá que esperar para ver qué ocurre con las protestas del Rif y su extensión a otros territorios del país. Parafraseando El Gatopardo, el rey ha cambiado algo para que todo siguiera más o menos igual. El PJD se ha adaptado para alcanzar un cierto poder limitado, mientras que, a este respecto, los más ortodoxos de Justicia y Caridad apenas tienen voz ni voto al haber elegido la marginalidad al sistema. Con algunos pequeños arreglos, el sistema político marroquí parece haber fagocitado a la oposición islamista (y lo hace permi-tiendo ciertas críticas, incluso al monarca, como las palabras de Benkirane citadas al inicio de este apartado). A MODO DE CONCLUSIÓN «Así que nos hallamos en un periodo bisagra, en busca de un nuevo equilibrio cu-yos factores determinantes dependen de los grados de modernización de las socieda-des, más que de factores históricos y regionales propiamente religiosos». 50  Ibid.


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