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Revista Historia Militar Extra 1 2018

18 ANA ARRANZ GUZMÁN No es este el lugar para recordar los diversos factores que pudieron incidir en el ánimo de Urbano II para que en el concilio de Clermont de 1095 se decidiera a efectuar una llamada a “la raza de los francos” con el propósito de emprender la primera Cruzada, ni tampoco los muy diferentes móviles que empujaron a miles de personas -caballeros, campesinos, adultos y niños, ricos y pobres- a iniciar este largo camino con el objetivo de liberar los Santos Lugares del yugo islámico; pero sí lo es para señalar, al menos, algunos de los argumentos empleados para justificar las bondades que entrañaba este especialísimo llamamiento a las armas, ya que tendrían un importante predicamento a la hora de legislar o construir discursos bélicos oficiales en la Corona de Castilla. Se desconocen las palabras exactas pronunciadas por el Papa ante la muchedumbre, aunque sí los relatos de cuatro cronistas coetáneos, alguno de los cuales aseguró haber estado presente en la asamblea, como Roberto el Monje. No parece que este autor, ni los tres restantes -Baudri de Dol, Fulquerio de Chartres y Giberto de Nogent- pretendieran ofrecer al lector una referencia verbal exacta, pero lo cierto es que todos coincidieron a la hora de reflejar lo que representó la esencia del discurso con la enumeración de las razones argüidas por Urbano II: “¡Que vayan pues al combate contra los infieles los que se dedicaban a las guerras privadas y abusivas en perjuicio de los fieles! ¡Que sean en adelante caballeros de Cristo los que no eran más que bandidos! ¡Que luchen ahora en buena ley contra los bárbaros los que combatían contra sus hermanos y parientes! Aquí eran los enemigos del Señor; allá serán sus amigos”5. En estas pocas frases del discurso pontificio pronunciado en Clermont se resumen una buena parte de las ideas que se recogerían en multitud de textos posteriores. El Pontífice tenía que argumentar el porqué de su llamamiento a las armas, al ser el Cristianismo una religión de paz y no de guerra, y para ello no dudó en poner en funcionamiento toda una serie de mecanismos ideológicos. Resultaba imprescindible desarrollar el antiguo concepto clásico de “Guerra Justa” y, a la vez, dotarlo de un envoltorio cristiano, 5  El texto está recogido en muchas de las obras que integran la monumental bibliografía existente sobre las Cruzadas (más de seis mil títulos) por lo que solo me referiré al ya clásico estudio de Alphandéry, P. y Dupront, A.: La Cristiandad y el concepto de Cruzada, 2 vols. México, 1959- 1962, en cuanto que constituyó un análisis pionero para el estudio de la psicología colectiva y los mecanismos utilizados por los diferentes poderes. Un análisis muy completo sobre el tema en Flori, Jean: La guerra santa: la formación de la idea de cruzada en el Occidente cristiano, Universidad de Granada, 2003. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 18-76. ISSN: 0482-5748


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