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Revista Historia Militar Extra 1 2018

LOS LEGADOS PONTIFICIOS Y LA GUERRA EN LA PENÍNSULA… 205 de 1073)26. Para esta misión rescató al malogrado Hugo Cándido27, a quien le iban a acompañar un grupo de monjes cluniacenses elegidos por su abad Hugo el Grande, si bien el Papa les recuerda que quien dirigirá la legación es el cardenal Hugo. El encargo pontificio estaba directamente relacionado con la condición feudataria de la Sede Apostólica que el Papa atribuía a todos los reinos cristianos de la Península Ibérica, basándose en que el reino visigodo habría sido vasallo de la Iglesia de Roma antes de la debacle de 711. Gregorio VII concedía el protagonismo militar al conde Eblo II o Eblo de Roucy (†1104), quien había participado en la cruzada de Barbastro contra los sarracenos en 106428. Presionado al parecer por el rey de Francia y con buenas relaciones con Roma, Eblo habría encontrado en el cardenal Hugo un buen aliado para tratar de expandir sus dominios en tierras de España29. Hugo Cándido no hacía sino desarrollar las consecuencias prácticas de la “donación de Constantino”, documento admitido como plenamente histórico en tiempos de Gregorio VII; quizás el legado trató de ampliar espuriamente su ámbito de poder e influencia apoyándose en la aristocracia francesa y utilizando sus poderes legatinos. En todo caso, la pretensión favorecía extraordinariamente los intereses temporales de la Sede Apostólica y, a juzgar por las encomendaciones vasalláticas de reinos al Papado, fue una estrategia perseguida por los pontífices durante toda la centuria siguiente30. 26  MANSILLA REOYO, Demetrio, La documentación hasta Inocencio III (965-1216), Monumenta Hispaniae Vaticana. Vol. 1, Roma, Instituto Español de Estudios Eclesiásticos, 1955, Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 205-268. ISSN: 0482-5748 Doc. 5, pp. 10-12. 27  LERNER, Franz, Kardinal Hugo Candidus, Munich-Berlín, 1931, p. 44. Tras superar las acusaciones de simonía presentadas por varios obispos y por los monjes de Cluny, la legación de Hugo quedó supervisada por el cardenal obispo Gerardo de Ostia, quien era legado de Gregorio VII en el sur de Francia. DE JAURGAIN, Jean, MAUMUS, Justin, Cartulaire du Prieuré de Saint-Mont (Ordre de Cluny), París-Auch, Société Historique de Gascogne, 1904, Doc. VI, pp. 12-13. 28  La casa de Roucy estuvo directamente emparentada con la monarquía aragonesa desde que el rey Sancho Ramírez se casó en segundas nupcias (1070) con Felicia de Roucy, hermana de Éblo II, que fue madre de Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje. CANELLAS, Ángel, “Las cruzadas de Aragón en el siglo XI”, Argensola, Núm. 7 (1951), pp. 217-227. 29  FLÓREZ, Enrique, España Sagrada, XXV, pp. 148-149. El rey de Francia era Felipe I (1060- 1108). Nada tuvo que ver el cardenal Hugo con la predicación de la cruzada, pues no era todavía legado. BUESA CONDE, Domingo J., El rey Sancho Ramírez, Zaragoza, Guara, 1978, p. 34. 30  Baste considerar el Denarius Sancti Petri (Peter’s Pence) en Inglaterra, la condición vasallática de la Sicilia Normanda, de Córcega y la reclamación pontificia de todas las islas del Mediterráneo desde la bula Cum universae insulae de Urbano II. WECKMANN, Luis, Constantino el Grande y Cristóbal Colón: Estudio de la supremacía papal sobre las islas, 1091-1493, Mexico, FCE, 1992 (1949). En el caso hispano destaca la mencionada encomendación del reino de Aragón como feudatario y tributario de la Santa Sede. DURÁN GUDIOL, Antonio, “El rito de la coronación del rey en Aragón”, Argensola, Núm. 103 (1989), pp. 17-39.


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