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Revista Historia Militar Extra 1 2018

LOS LEGADOS PONTIFICIOS Y LA GUERRA EN LA PENÍNSULA… 227 aquellos que han colocado la señal de la Cruz en sus vestiduras por esta causa, si entre esta Pascua y la siguiente no se hubieran preocupado de cumplir su voto, los apartamos de la comunión de la Santa Iglesia hasta que no den satisfacción. Ciertamente, puesto que no podemos visitar vuestro ejército por nosotros mismos, como quisiéramos, hemos procurado remitir al mismo, de nuestra parte, a nuestro queridísimo hermano el arzobispo Olegario de Tarragona, confiriéndole especialmente nuestras funciones para esta cuestión, para que por medio de su consejo y disposición se corrija lo que ha de ser corregido y, con la ayuda de Dios, se confirme lo que ha de ser confirmado. Y si surgieran algunas dificultades en el mismo ejército, que sean dirimidas por su experiencia. Así, lo encomendamos al arzobispo Olegario muy especialmente a vuestra dilección ...”105. La misión legatina de Olegario reviste un carácter netamente cruzadístico y tiene un antecedente inmediato en la primera legación del cardenal Boso del año 1114 (v. ut supra). No obstante, los términos de esta bula pueden considerarse como la culminación de un largo proceso, el que llevó a la predicación de la Cruzada en España, que se había ido fraguando desde los primeros tiempos de la Reforma Gregoriana. Fue quizás el conocimiento sobre la España de Alfonso VI lo que convenció a Urbano II de que una victoria rotunda y permanente contra los sarracenos era posible. Alejandro II ya concedió la primera indulgencia en favor de la Reconquista, quizás con ocasión de la expedición de Barbastro de 1064106. Como se ha señalado, Gregorio VII trató infructuosamente de liderar o, al menos, de controlar este proceso, pero fue Urbano II quien logró que la Sede Apostólica jugase un papel primordial tanto en la acción reconquistadora como en la organización eclesiástica de la nueva España reconquistada. En su bula de 1089, es decir, seis años antes del concilio de Clermont, Urbano II instó a todos los laicos y eclesiásticos de la Tarraconense que “estaban dispuestos a marchar a Jerusalén” a acudir, en su lugar, a la campaña de reconquista de la ciudad de Tarragona107. Para reforzar este mandato, Urbano II había enviado a su legado a latere Rainerio, quien una década después accedió al solio pontificio como Pascual II. 105  FLÓREZ, ES, XXV, Doc. XVII, pp. 223-224. Trad. de F. Rodamilans. 106  GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula..., pp. 50-51. 107  Dicha conmutación ha llevado a suponer que el documento estaría mal datado, pero la peregrinación a Jerusalén era una realidad antes de la Primera Cruzada. FACI LACASTA, F. J., “Algunas observaciones...”, pp. 475-476. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 227-268. ISSN: 0482-5748


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