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Revista Historia Militar Extra 1 2018

248 FERNANDO RODAMILANS RAMOS tierras hispanas, la misión más política no surtió los efectos deseados. De alguna manera, su prolongada experiencia sobre la situación de los reinos de España se la trasladó, ya desde la Sede Apostólica como Celestino III, a su propio legado a latere, el cardenal Gregorio190. La renovación de la cruzada hispana hasta la elección de Celestino III La pérdida del Reino cristiano de Jerusalén como consecuencia inmediata de la derrota de los ejércitos cristianos contra el de Saladino, en la batalla campal de los Cuernos de Hattin (octubre de 1187), fue un duro golpe para el Papado y para la Cristiandad. Ante la inminente llegada de la cruzada de Barbarroja, en 1190 Saladino entró en contacto con el califa almohade Abu Yusuf (1184-1199), quien hasta entonces era considerado un enemigo por los ayubíes, aunque no se llegó a un acuerdo191. Al igual que el emperador Federico I, el Papa Clemente III comprendió que la unidad de acción por parte de los príncipes cristianos era más necesaria que nunca, y volvió especialmente sus ojos a la cruzada hispana, frenada sistemáticamente por las luchas intestinas entre los distintos reyes. Las informaciones que facilitó el cardenal Jacinto a la curia pontificia sobre la situación de los reinos hispanos en relación con la lucha contra el infiel, que él mismo vivió de primera mano en su segunda legación, sin duda ayudaron a consolidar dos ideas fuerza en Roma: que la guerra contra el Islam en España era un escenario de cruzada tan relevante como el de Tierra Santa; y que la falta de unión de los príncipes de aquellos reinos hispanos era un peligroso lastre para la consecución de la victoria final. Alejandro III ya había dirigido una bula a todos los cristianos del territorio peninsular exhortándoles a la cruzada (ca. 1175), con indulgencias a los fallecidos, remisión de penas a los demás combatientes y excomunión y entredicho a los que colaborasen de cualquier modo con los musulmanes. Debió de encomendarse a los prelados que promulgaran esta cruzada por todas las diócesis de los reinos192. Sin embargo, el mayor problema no era tanto la colaboración de los príncipes cristianos con los musulmanes como las guerras internas entre 190  SÄBEKOW, G., Die päpstlichen Legationen..., pp. 54-55. 191  AYALA, C., “Alfonso VIII, Cruzada...”, p. 85, n. 30; EDDÉ, Anne-Marie, Saladin, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 2011 (París, 2008), pp. 203-227; 251-256; CALLEJAS MARTÍN, Isabel, “Los ayubíes (564h./1168-658h./1260): un recorrido historiográfico”, En la España Medieval, Vol. 38 (2015), pp. 399-467 192  RIVERA RECIO, J. F., La Iglesia de Toledo..., T. I, pp. 218-219. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 248-268. ISSN: 0482-5748


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