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Revista Historia Militar Extra 1 2018

286 IVÁN CURTO ADRADOS pania cristiana hasta la segunda mitad del siglo X. Será entre los años 962 y 968 que veamos el renacer de una iniciativa eclesiástica defensiva frente a incursiones marítimas, en este caso en la vertiente noroccidental del reino protagonizada por el obispo Sisnando II Menéndez de Iria-Compostela62. Quizá alertado por la renovada presencia de naves normandas que recorrían las costas –pues sabemos con certeza que veintiocho de estos barcos protagonizaron un encontronazo con los musulmanes en 966 en Alcacer do Sal, a 94 kilómetros al sur de Lisboa63–, el obispo Sisnando II “acomete una magnífica empresa de fortificación de la ciudad”64 de Compostela, calificada por algunos como “el mayor esfuerzo de fortificación conocido de toda la Alta Edad Media gallega”65, levantando muros y torres en torno a la iglesia, así como un segundo anillo de protección con una empalizada rodeada de un foso relleno de agua66 y dos torreones costeros: el de Lanzada –entre las rías de Arosa y Pontevedra– y el de Cedofeita –al fondo de la ría de Pontevedra67. Igualmente, en un documento del obispo Gelmírez (s. XII) se menciona que Sisnando II “a causa de la infestación de los bárbaros, destinó las rentas del arcedianato de Salnés a la defensa”68. Sin embargo, y a pesar de todas las precauciones del prelado, en la primavera del año 968 “cien naves normandas bajo su rey Gunderedo, penetraron en las ciudades de Galicia, y realizaron muchos estragos en torno a Santiago de Compostela”69. 62  Barajo este año 962 como el inicial del embrionario proyecto de construcción de atalayas costeras y amurallamiento de la tumba del Apóstol basándome exclusivamente en la reducción del volumen de documentación protagonizada por dicho obispo a partir de ese año, quien, tras el retorno de Sancho I a León en 959 cayó en desgracia dentro de los círculos cortesanos y pasó a centrarse en la administración de su señorío episcopal. Para la regesta documental de este obispo ver Méndez Apenela, Eduardo: “Sisnando II, obispo de Compostela e Iria”, en El Museo de Pontevedra, nº XLVIII, 1994, pp. 397-402. 63  Según recoge ibn Jaldūn. Dozy, Reinhart, P. A. ed.: Los Vikingos en España. Polifemo, Madrid, 1987, p. 42 64  López Alsina, Fernando: op. cit., p. 255. 65  Ibidem, p. 257. 66  “... circumquaque eundem Locum Sanctum menium, turriumque munitione ac profundis uallorum fossis aqua circumfusa, ut Locus Sanctus tutus esset, summopere cingi precepit”. García Álvarez, Manuel R. ed.:“El Cronicón Iriense”, en Memorial Histórico Español de la Real Academia de la Historia, nº L, 1963, pp. 115-116. 67  Conocemos sobre estas obras a través de un documento del Tumbo A de la Catedral de Santiago de Compostela, fol. 21r-22v. Aunque algunos autores han defendido su falsedad diplomática, otros confirman que no se puede dudar de su contenido. Editado por Lucas Álvarez, Manuel: op. cit., doc. 61, pp. 146-149. 68  “Haec omnia, diutissime asseruata, permanserunt, praeter archidiaconatum Salinensem, quem dominus Sisnandus pontifex Iriensis, ob barbarorum infestationem, Salinensis terrae multibus in donatiuum constituit”. Editado en López Ferreiro, Antonio y Fita, Fidel: Monumentos antiguos de la Iglesia Compostelana. Maroto e Hijos, Madrid, 1883, pp. 8-11. 69  Pérez De Urbel, Justo y González Ruíz-Zorrilla, Atilano eds.: Historia Silense. CSIC, Madrid, 1959, p. 171. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 286-300. ISSN: 0482-5748


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