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Revista Historia Militar Extra 1 2018

EL ASCENDIENTE ECLESIÁSTICO EN EL LENGUAJE BÉLICO… 67 migo era un hermano de fe, por lo que en el discurso regio debían perfilarse muy bien los argumentos utilizados para justificar los gastos de la guerra contra el duque de Lancaster. Por tal motivo, el rey castellano no se limitó a explicar desde el punto de vista genealógico su derecho al trono, sino que utilizó una serie de motivos de carácter religioso, envueltos, además, en un cuidado lenguaje de claro ascendiente eclesiástico. Las razones presentadas en este sentido fueron tres. La primera que “esta gente de los ingleses”, a pesar de ser cristianos, siempre se habían estado rebelando contra los dictados de la Iglesia, dando lugar a diferentes cismas hasta el momento presente; la segunda, que habían asesinado a un buen número de mártires de la isla, como “a santo Tomas de Canturbel”; por último, que “…non parando mientes a Dios en con codiçia desordenada de la conquista de nuestro rregno ha tratado e trata de cada dia con el Rey de Granada e con los moros nuestros vecinos en que les dara una parte deste rregno sy le quisieren ayudar Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 67-76. ISSN: 0482-5748 aello…”104. En pocas ocasiones un monarca castellano había conseguido emplear los recursos del lenguaje de forma tan apropiada con el propósito de convencer al auditorio. El duque de Lancaster, guiado por su “desenfrenada codiçia”, no había dudado en pactar con los musulmanes, enemigos de Cristo y de Castilla, el reparto del reino que, tras mucho esfuerzo, los sucesivos reyes habían logrado volver a llevar a la fe católica. Pero no era sólo Juan de Gante, sino el conjunto de los ingleses, los revestidos de indignidad. Para demostrarlo, Juan I recordó lo acontecido tras la promulgación de las constituciones de Clarendon de 1164, por las que Enrique II Plantagenet había incrementado considerablemente su capacidad de intervención en todos los asuntos de la Iglesia insular, así como el enfrentamiento abierto que conllevaron con su antiguo amigo y consejero, el arzobispo de Canterbury Thomas Becket, quien acabó siendo asesinado en su propia catedral. Por último, el monarca castellano recordó el mucho más reciente y grave acontecimiento producido en el seno de la Iglesia, el Cisma de Occidente, y con ello el desgarro en dos obediencias distintas de los fieles de Cristo, el Papado de Roma y el de Aviñón, que enfrentaba también, aunque por otros motivos, a Castilla e Inglaterra. De todos es conocido cómo el fracaso de la acción militar inglesa propició, finalmente, el acuerdo con Castilla en 1387, por el que el duque de Lancaster recibió una indemnización de seiscientos mil francos y una renta vitalicia de cuarenta mil, así como el concierto matrimonial entre el heredero al trono castellano, el futuro Enrique III, y la nieta de Pedro I, su 104  Cortes, II, pp. 351-352.


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