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Revista Historia Militar Extra 1 2018

86 ISABEL BECEIRO PITA No deja de ser sorprendente que en la Crónica do felicíssimo rei D. Manuel, de Damião de Gois, y en un documento aportado en el siglo XIX por João de Barros, a propósito de la conquista y cristianización del reino del Congo, se consigne la invocación a protectores celestiales antes de la lucha, y la presencia de Santiago entre una multitud de «guerreiros brancos», en una imagen que recuerda mucho a la aparición ante Fernán González o en la cabalgada de Jerez. Con toda probabilidad, hay que conectarlo con la revitalización del culto al apóstol durante los años finales del siglo XV y los inicios del XVI19. Durante el mandato del citado Afonso Henríques se constata la súplica al patrón de las Españas, entendidas como el conjunto peninsular, correspondiente a la Hispania romana20. Se trataría de una plegaria, bien es verdad que acentuando la primacía de la Virgen, habitual en los preliminares de cada contienda. Según Rafael Sánchez Sesa, esta práctica se rompería a partir del enfrentamiento de Ajubarrota, en el cual el patrocinio del apóstol a los castellanos obligaría a los portugueses a buscar la tutela de san Jorge, al que recurrían los Lancaster ingleses, aliados al pretendiente al trono, don João, maestre de Avís, por vía matrimonial21. Pero, más allá de las coyunturas conflictivas, el culto y el impacto simbólico de Santiago persiste en Portugal, básicamente, por tres motivos: la importancia de las peregrinaciones jacobeas, la ayuda del santo a la toma de Coimbra y la implantación de la orden militar de Santiago en el territorio luso, sobre todo, en el Alentejo. A este último factor hay que asociar la mayoría de los testimonios iconográficos escultóricos o decorativos arquitectónicos de tipo santiaguista, entre los que sobresalen la insignia de la orden en el castillo de Palmela, atribuida a los años finales del siglo XII o a los comienzos del XIII, la escultura de Santiago guerrero en el templo principal de Santiago de Cácem, datable en torno a 1330, el bajorrelieve de la iglesia parroquial de Évora de Alcobaça, que representa a un caballero de la orden, y la cruz de Santiago en la imagen de Nuestra Señora de la Cinta, en Santa María de los Mártires, de Alcacer do Sal22. 19  María de Lurdes Rosa, Longas guerras, longos sonhos africanos. Porto, Fío da Palabra, 2010, pp. 53-556. 20  «E dom Mendo começou a bradar, chamando em ajuda Santiaguo, padrão d. Espanha. E elrey dom Afonso bradou entom a altas vozes:”Santiaguo, Santa María Virgem bem-aventurada acorê-nos aquí”. Crónica de Portugal de 1419, ed. de Adelino Almeida Calado, Universidade de Aveiro, 1999, p. 44. 21  Rafael Sánchez Sesa, “Santiago contra Sâo Jorge: cisma, religión y propaganda an las guerras hispano-portuguesas de la Baja Edad Media”, Hispania Sacra, vol. 56, nº 114 (2004), pp. 114-130. 22  Isabel Cristina Ferreira Fernandes, “Iconografía da guerra santa no territorio portugués (séculos XII-XIV)”, en Orígenes y desarrollo de la guerra santa…, pp. 311-327. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 86-102. ISSN: 0482-5748


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