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Revista Historia Militar Extra 1 2018

SANTOS GUERREROS Y “GUERREROS SANTOS” EN LA LUCHA… 97 En cambio, en Portugal, la expansión por el reino de Marruecos y, más tarde, en la zona de Guinea, relanzan la idea de cruzada. La dimensión sacral del conflicto es inseparable de la glorificación de la dinastía de los Avís, la santidad de la familia real y su entorno, la afirmación del país en el occidente europeo y la reivindicación de determinadas gestas efectuadas por los antecesores en el trono48. Para los temas tratados aquí, hay que señalar la exaltación de la figura de Afonso Henriques, como ya se ha dicho, vencedor de los musulmanes en Ourique, el culto al condestable don Nuno Alvares Pereira, participante en la campaña de Ceuta, y el halo de martirio otorgado al infante don Fernando, tras el fracaso de la toma de Tánger. Los dos últimos fueron tenidos por santos, aunque únicamente el condestable fue canonizado, y en tiempos muy recientes. Durante la Baja Edad Media tiene lugar un proceso de mitificación del primero de los monarcas, que asocia su condición de rey a la de fundador al reino y a la actividad guerrera que es revestida de resonancias crísticas”. Su lucha contra el Islam es vista como un antecedente de la que mantienen los Avís desde los primeros años del siglo XV, presentada como la gran empresa del país luso. Entre mediados del siglo XIV y finales del XVI, varios textos sitúan el origen de los escudetes o “llagas” del escudo portugués en las heridas que recibió Afonso Henriques en la batalla de Ourique. En algunas versiones, estas heridas, y otras sufridas posteriormente, serían lo que justificaría su posesión del reino. En la segunda redacción de la Crónica de 1344, de finales del XIV, el escudo se pone en relación, en cambio, con los de los cinco reyes moros, a los que venció y con la cruz de Cristo, aparecido en los cielos en la citada contienda. En 1416, el Livro de Arautos propone una explicación global: cinco reyes murieron en el combate, cinco escudos fueron quebrados en el brazo del rey cristiano. Éste había visto antes de empezar la lucha, a Cristo, con sus cinco llagas, quien le auxilió para lograr la victoria. Por eso, en honor de las llagas de Cristo, mandó pintar cinco escudos en forma de cruz y, dentro de ellos, treinta monedas de plata, en memoria de la traición de Judas, que da origen a la pasión. Otras versiones equiparan, aunque no expresamente, las heridas del Fundador y los estigmas, a la manera de Francisco de Asís y otros bienaventurados. Hay que agregar el culto alentado por Beata stirps en la Corona de Aragón. Santa Isabel de Hungría y San Luis de Tolosa, culto e iconografía”, en Francesca Español/Francesc Fité (eds.), Hagiografía peninsular en els segles medievals, Universitat de Lleida, 2008, pp. 135-169. 48  Isabel Beceiro Pita, “La incidencia de la religiosidad en el enaltecimiento de las monarquías hispánicas de fines del medievo”, en Isabel Beceiro Pita (Dir.), La espiritualidad y la configuración de los reinos ibéricos (siglos XII-XV). Madrid, Dickynson, 2018, (en prensa). Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2018, pp. 97-102. ISSN: 0482-5748


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