Page 66

Revista_IEEE_12

66 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 12 / 2018 que rodea la instalación y cualquier dispositivo de misiles tierra-aire (si lo hubiera) situado cerca de la instalación podría representar una amenaza para la aeronave»59. b) Ataque aéreo con misiles o colocación de explosivos: en su manifiesto y manual, Breivik habla sobre la posibilidad (que él mismo considera remota) de que insiders de la fuerza aérea de un país se hagan con el control de un caza militar con el objetivo de destruir el edificio de contención de una central nuclear. No obstante, el lobo so-litario noruego se plantea «si existen los misiles de un avión de combate que tengan la potencia para penetrar un edificio de contención (que a veces son construidos para resistir ataques de misiles)»60. Ante este escenario remoto, cabe pensar en la posibilidad de que, al igual que planteaba William Luther Pierce en Los Diarios de Turner con el uso de un mortero —como se comentó antes—, los terroristas buscaran paralizar una central nuclear contaminándola con misiles de uranio empobrecido. Es muy difícil que sucedan ambas si tenemos en cuenta que la imprevisibilidad de un ataque terro-rista con un caza militar robado a un Estado sería nula, dada la atención y alerta que generaría un suceso de tal magnitud. La tercera posibilidad sería la de que un grupo terrorista hiciera uso de un helicóp-tero como los usados en la lucha contra incendios para colocar una carga explosiva en una central nuclear, huir y destruir el edificio de contención. Según Corrales, «los costes y el personal necesario para llevar a cabo un ataque de estas características es bajo, al alcance de cualquier organización terrorista»; y podría destruir el edificio de contención y los sistemas secundarios, pudiendo producir escapes de material radiac-tivo61. Que se produzca esta situación sería aun más difícil que el que se produjera un ataque suicida con un avión comercial, ya que, como se explicó anteriormente, las cen-trales nucleares se encuentran suficientemente protegidas contra explosiones externas, además de contar con zonas de exclusión aérea (un helicóptero es más lento que un avión comercial) y en numerosos casos con sistemas antiaéreos (un helicóptero es más fácil de derribar que un avión comercial). Sin embargo, la seguridad de las centrales nucleares no siempre ha sido sobresa-liente. En mayo de 2012, dos activistas de Greenpeace lograron asaltar en parapente dos centrales nucleares francesas (Bugel y Civaux), poniendo de manifiesto los fallos de seguridad del país galo en materia de seguridad nuclear: uno de los activistas logró colocar un bote de humo sobre uno de los reactores de la central de Bugel, y el otro llegó a telefonear a los medios de comunicación franceses desde el interior de la central de Civaux. c) Ataque terrestre: su objetivo podría ser no solo la destrucción de la central nuclear o la liberación de radiación, sino también el secuestro y/o parada de la central: ya que como afirma Martín Corrales «los terroristas también podrían intentar 59  Véase Breivik, op. cit., p. 1029. 60  Véase Breivik, op. cit., p. 1029. 61  Véase Corrales, op. cit., p. 33. Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos n.º 12 - Año: 2018 - Págs.: 49 a 76


Revista_IEEE_12
To see the actual publication please follow the link above