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! ¡A cubierta una Operación SNMG-1 y fue allí donde escribí el grueso de mi primera novela (La Carcoma, Editorial Versátil), sobre la fragata Almirante Juan de Borbón (F-101). Durante el verano de 2016 recibí una de las llamadas que cambiaría mi vida. Al menos la manera de entenderla. Esa novela que vomité con el vaivén del Atlántico Norte había ganado un premio nacional de literatura. Concretamente el Valencia Nova de Narrativa, uno de los más prestigiosos de la península. El jurado estaba compuesto por Alicia Giménez Bartlett (Premio Planeta 2015), Santiago Posteguillo (Premio de literatura histórica 2013), Care Santos (Premio Nadal 2017) y Eva Olaya (editora de Versátil). Casi nada. Escritores y escritoras a los que llevaba leyendo toda la vida. Referentes de la literatura que habían seleccionado mi obra entre todas las candidatas como ganadora. Yo no podía creérmelo. La noticia salió publicada en medios de prensa como 20 minutos, El Mundo o Canal Sur. Y a partir de ahí, todo fue cuesta abajo. A velocidad vertiginosa. Los flashes de las cámaras, entrevistas en televisión, colaboraciones en radio, reseñas de lectores elogiando la novela en la prensa, firmas de libros, conferencias. Al poco tiempo llegó la oferta para colaborar regularmente 54 BIP en Zenda Libros. ¿Escribir en Zenda? ¿Yo? ¡Pero si ahí es donde leo a Arturo Pérez Reverte todos los lunes! En 2017 acabé destinado de manera forzosa en el Tercio de Levante (Cartagena) y tuve la suerte de volver a dirigir otro Equipo Operativo de Seguridad. Con esto de hacerse viejo y ver los años pasar me he dado cuenta de que tengo el defecto de no saber decir que no a ciertas cosas. Siendo jefe del PL1-N he estado desplegado en el Mar Rojo, la India, Egipto e Irak. La primera regla para intentar ser buen escritor es la de ser siempre honesto con los lectores. Diré la verdad: no puedo decir que mantenerse lejos de la familia por cuestiones laborales tenga algo positivo. La soledad va destruyendo a la persona y lo va lastrando poco a poco, como si cada vez llevásemos más piedras en los bolsillos. Lo único que me quedaba era intentar sacarle algo de provecho a la situación. Así que le dediqué todo el tiempo que pude a terminar y darle los últimos retoques a mi segunda novela: La melodía de la oscuridad. Fue en Irak, sobre la fragata Blas de Lezo (F-103), donde recibí el correo electrónico. Ese Daniel Fopiani en la Feria del Libro de Cádiz. Fue entonces cuando me enamoré de verdad de mi trabajo. Había salvado vidas humanas. Estaba verdaderamente orgulloso de llevar la bandera de España cosida en el brazo. De ser infante de Marina.


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