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En el Centro de Buceo de la Armada se ocupan del mantenimiento de todos los equipos y el material que utilizan los alumnos de la Escuela Militar de Buceo. el robot no tiene que hacer descompresión y dispone de tiempo ilimitado para solucionar problemas en el fondo como un enredo». El capitán de navío Vegara señala que, junto a los robot, quieren mejorar las comunicaciones y complementar las capacidades de los recirculadores mecánicos por otros electrónicos. También echa en falta una plataforma dedicada en exclsiva a la enseñanza de buceo profundo con SDS para no depender únicamente de la disponibilidad del BSR Neptuno, que tiene muchos cometidos. «Sigue siendo una herramienta eficaz pero tiene 43 años y las limitaciones propias de su edad. Entre ellas, la cubierta, pequeña para los sistemas que necesitamos en las misiones que nos encomiendan », explica Gutiérrez. Como inspeccionar cascos, extraer objetos peligrosos para la navegación, proteger el patrimonio arqueológico submarino… «Ahorramos dinero a la Armada con la reparación de muelles y barcos, evitando que entren en dique seco», puntualiza el capitán de corbeta. MANTENIMIENTO El material que utilizan tiene que estar en buenas condiciones y empaquetado para salir en menos de 24 horas. Su mantenimiento lo hace el CBA. El sargento primero Mariano Javier García es el responsable de uno de los pañoles, el de equipos de guerra. «El éxito de una misión no está solo en que un buceador haga inmersiones, sino en el mantenimiento de estos equipos que llevan más de 200 piezas», señala. En su pañol inspecciona y mantiene equipos de circuito abierto —con botellas de buceo autónomo normal—, semicerrado —parte de los gases que exhala el buzo sale al exterior y parte vuelve al organismo una vez filtrado por un compuesto de cal sodada—, y de circuito cerrado, en los que todo lo que se recicla va al organismo. «La ventaja de este último es que no suelta burbujas, es indetectable, con lo cual para el buceo de guerra es esencial», añade. Se utilizan en profundidades de entre seis y ocho metros y tienen una autonomía de tres horas bajo el agua, cuando la cal sodada empieza a perder su eficacia. Para la desactivación de explosivos se suele utilizar el semicerrado. «Es totalmente amagnético, indetectable por las minas», añade. Con estos equipos se entrenan los alumnos del curso de tecnología de buceo. Lo hacen con diferentes mezclas que les permiten bajar a mayor o menor profundidad. Unos balizan con boyas la zona donde otros compañeros localizarán un objeto. «Cuando el buzo está en el agua queremos que esté el menor tiempo posible, por eso se baliza», puntualiza Vegara. Cuando finalicen su formación en la Escuela, los alumnos regresarán a sus destinos o a las unidades de buceo de Ferrol, Cádiz, Canarias y Cartagena. Atrás quedarán las dos horas de fuerte entrenamiento físico con el que comenzaban su jornada diaria, las clases teóricas y las inmersiones diurnas y, en ocasiones, nocturnas. Y olvidarán los momentos de estrés a los que les sometían los profesores para ver su reacción. Cuando les cerraban las botellas de aire, les escondían las gafas o las aletas o les inutilizaban parte del equipo a 20 metros de profundidad. Situaciones que, casi todos, habrán solventado con éxito y que fueron programadas para convertirlos en unos buzos eficientes y eficaces. Elena Tarilonte Fotos: Pepe Díaz Abril 2019 Revista Española de Defensa 45


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