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Portada del cuaderno ‘Toques de Guerra’ concertados por Manuel Espinosa. 1769. Biblioteca Nacional. tambores de la Infantería de S.M., concertados por Dn. Manuel de Espinosa, Músico de la Capilla Real. 1769” que fi jaba los toques para todos los regimientos y que incluía la partitura de la Marcha Granadera de 1751 retocada. Así, queda clara la participación de Manuel Espinosa de los Monteros, miembro de la Real Capilla de Música; él fue el compositor e hizo la concertación para más instrumentos de la nueva Marcha Granadera. Los granaderos y su relación con las banderas Como desde siglos atrás, se trataba a las banderas con una gran deferencia pues la ‘coronela’ representaba al Rey por medio del escudo real, y las demás banderas, llamadas ‘sencillas’, al Ejército y al regimiento -por el aspa roja y la heráldica de las esquinas-. Las Ordenanzas establecían que, para incorporar las banderas al batallón, debía constituirse previamente una nutrida escolta tanto para incorporarlas a la formación como para devolverlas. Esta escolta, mandada por el ofi cial ayudante, estaba formada por los subtenientes abanderados y la mitad de la compañía de granaderos (un sargento, un cabo 1º, dos cabos 2º y 27 soldados), al mando de su teniente o subteniente; iban acompañados por la banda de tambores (el de la compañía de granaderos y los 16 de las ocho compañías de fusileros) mandada por el Tambor Mayor8. Al salir de la formación del batallón para ir a buscar las banderas y al regresar a él después de haberlas devuelto, esta escolta, por ser su tropa solo de granaderos, desfi laba con la Marcha Granadera. Así, al vincularse esta marcha al inicio y al fi nal de las ceremonias de incorporación y despedida de las banderas, se dio el primer paso de un proceso que aun habría de durar casi cien años. Los honores que, una vez llegaba la escolta de granaderos a donde los abanderados recogían las enseñas, eran armar la bayoneta –para simbolizar la disposición de defenderlas hasta el fi nal, agotadas las municiones-, presentar las armas e interpretar el toque llamado Bandera; una vez incorporadas las enseñas a la escolta, se dirigía hacia el batallón para ocupar sus respectivos puestos, desfi lando, también, con el toque de Bandera. En los honores para entregarlas al fi nal de la formación ocurría lo mismo. Por otra parte, en aquel tiempo, un mismo toque servía a dos fi nes diferentes; por ejemplo, el toque llamado Marcha, por un lado hacía desfi lar a las tropas en instrucción y en campaña; y, por otro, se interpretaba para rendir los máximos honores al Santísimo Sacramento, al Rey y demás Personas Reales, y a los capitanes generales. F. Redondo refi ere en su estudio a la disposición del 3 de septiembre de 1770 por la que Carlos III asignaría a la nueva Marcha Granadera este segundo cometido, rendir honores, en un nivel menor de la escala existente. Este sería el segundo paso, muy importante también, en el proceso hacia el Himno Nacional. Durante la Guerra de la Independencia afl oraron fuertes sentimientos patrióticos, nacionales y monárquicos que produjeron una verdadera revolución musical, apareciendo muchas y muy variadas composiciones conmemorativas de las victorias y para honrar a los generales. En ese tiempo se dio el título de Real a la Marcha Granadera –que acabó renombrada como Marcha Real- y, en 1853, fue elevada ofi cialmente al primer puesto para rendir los máximos honores desplazando a la que se llamaba simplemente Marcha: “S.M. La Reina (q.D.g.) ha tenido a bien resolver que en lugar de la marcha prescrita por el reglamento táctico de la Infantería… solo se toque en lo sucesivo, tanto por estos Cuerpos como por los demás del Ejército, la antigua española, vulgarmente conocida con el nombre de granadera…”. Así, la marcha compuesta en 1761 y concertada en 1768 por Manuel de Espinosa para los granaderos del Ejército español, fue puesta en el primer puesto para tributar los honores al Rey y a la bandera, adquiriendo el carácter de máxima representación musical de Himno Nacional. Abril - 2019 Armas y Cuerpos Nº 140 55


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