Page 116

Memorial_infanteria_79

BIBLIOGRAFÍA 115 bien la guerra debe ser dirigida por la racionalidad de la política, en ella hay mucho de irracional. De los tres elementos esenciales de la naturaleza de la guerra que el prusiano identifica en su obra el primero es ciertamente la racionalidad, pero es segundo es la incertidumbre, y el tercero el conjunto de pasiones que la guerra despierta: odio, entusiasmo o miedo. Lo irracional es algo que no debe apoderarse de la dirección de la guerra, pero que debe tenerse en cuenta porque tiene influencia, y mucha. El propio Clausewitz había comprobado como el entusiasmo y la pasión de la Revolución había lanzado a una masa de ciudadanos franceses a enfrentarse con los ordenados y disciplinados ejércitos profesionales europeos de la época y como, contra todo pronóstico, los habían barrido del campo de batalla. El prusiano asigna cada uno de estos elementos a una parte de la sociedad, y con ello llega a otra de sus conclusiones revolucionarias: la guerra es un fenómeno social en el que toda la sociedad debe involucrarse. A los políticos corresponde fijar objetivos racionales y mantener la dirección del conflicto bajo el control de la razón. Las fuerzas armadas deben enfrentarse a la incertidumbre y el caos de la guerra, y surgir victoriosas. El pueblo llano, por su parte, debe aportar el apoyo emocional sin el que resulta imposible sostener un conflicto armado. Una ruptura radical con el pensamiento militar del siglo XVIII, que recomendaba limitar la guerra al enfrentamiento entre ejércitos, dejando a la población completamente al margen, precisamente porque se consideraba que el elemento emocional que el pueblo aportaba podía provocar la pérdida de control del conflicto. La incertidumbre, las emociones y el caos nos llevan a otro de los conceptos clave en De la Guerra: la fricción. Clausewitz definía la fricción como todo aquello que no ocurre de acuerdo con lo planeado por una combinación de diversos factores. El más importante es la oposición del enemigo, que hará lo posible por desbaratar nuestros planes, pero hay muchos otros elementos de fricción, desde el mal tiempo meteorológico hasta los pequeños errores y descuidos, pasando por una mala interpretación de las órdenes. Esto hace que en la guerra “hasta lo más simple sea difícil” y que, como después de Clausewitz repetirían los oficiales del estado mayor general prusiano, “no hay plan que sobreviva al contacto con el enemigo”. El concepto de fricción tiene derivadas muy interesantes. La primera es que en la guerra no hay principios infalibles, una opinión contraria a la del gran oponente intelectual de Clausewitz, el teórico militar suizo Henri Antoine de Jomini. Si no hay principios, la guerra no es evidentemente una ciencia, así que no hay fórmulas que nos lleven de manera segura a la victoria. La solución no puede ser más que sumergirse en el caos, y ser capaz de operar en él con la flexibilidad suficiente, pero sin perder nunca de vista el objetivo final. Aunque Clausewitz nunca llegó a enunciarlo, esa reflexión llevó décadas más tarde al concepto de auftragtsaktik, o mando por directivas, lo que hoy llamamos Mando Orientado a la Misión. Una segunda derivada es que el liderazgo no se basa en el genio, como se consideraba en el siglo XVIII, sino en la voluntad. El jefe militar debe ser alguien con una voluntad de hierro, capaz de decidir y de mantener sus decisiones sobreponiéndose a la incertidumbre, la fricción y los cambios constantes de la situación. En De la Guerra pueden encontrarse también el Clausewitz operacional y táctico, que como Jomini encontró su inspiración en Napoleón. Una gran parte de ese pensamiento está ya obsoleto, pero hay conceptos que han mantenido buena salud. Quizás el más conocido sea el famoso “centro de gravedad”, la fuente de la que emana todo el poder enemigo, y que debe convertirse en el primer objetivo de cualquier campaña militar. Como Napoleón, Clausewitz identificaba el centro de gravedad con el grueso de la fuerza enemiga, y recomendaba concentrar la máxima potencia de combate propia sobre él. Es un concepto que en su origen estaba pensado para un combate entre fuerzas convencionales, aunque con el tiempo ha evolucionado, y hoy en día puede incluir a la opinión pública o la credibilidad del liderazgo político, y puede ser atacado utilizándolo múltiples instrumentos aparte del militar. Aunque siempre ha existido cierta polémica sobre la validez del centro de gravedad o sobre su existencia real, su búsqueda sigue siendo un elemento esencial de planeamiento, y un quebradero de cabeza habitual para los componentes de cualquier célula de planes. En definitiva, la obra de Clausewitz, o al menos una parte sustancial de ella, sigue siendo una referencia de primer orden para el pensamiento estratégico militar en nuestros días. Incluso los que reniegan totalmente de las enseñanzas del prusiano hacen girar sus teorías en torno a lo que Clausewitz dijo, aunque sea para negarlo. Aunque De la Guerra puede considerarse una lectura imprescindible para cualquiera que quiera profundizar en la naturaleza de los conflictos armados, como ya se ha apuntado al principio no es una lectura fácil. De hecho, son muchos los que se desaniman tras leer el primer capítulo del primer libro. Una recomendación de quién ha debido enfrentarse muchas veces a su lectura es no intentar abordar a Clausewitz sin tener al menos un conocimiento básico de lo que es la estrategia militar, y aun así es mejor comenzar con los comentaristas y críticos de Clausewitz como Michael Howard, Peter Paret o Martin Van Creveld antes de sumergirse en la estimulante, pero espesa niebla intelectual de De la Guerra.


Memorial_infanteria_79
To see the actual publication please follow the link above