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MEMORIAL ARTILLERíA, nº 175/1-Junio de 2019 de El mando. Asumir las órdenes En el ánimo de estas reflexiones está el estimular a la lectura de unas obras que se citan a continuación, y que están centradas en tres aspectos relevantes asociados al de-ber de mandar. El primero de estos aspectos es el de saber asumir las órdenes recibidas como si fueran originadas por uno mismo. En este sentido recomiendo la lectura de una muy breve obra: “Message to García”, es-crita por Elbert Hubbard en 1899, y en la que describe como un teniente norteamericano, al que su Presidente le da la orden de entregar un mensaje a Calixto García, líder de la insu-rrección cubana contra España, sin más in-formación que su nombre y que está en algún lugar de Cuba, cumple la orden sin cuestio-narla, por imposible que parezca. Lo que des-taca la obra es la importancia de la disciplina intelectual y de no poner trabas sistemática-mente a las órdenes recibidas. Desafortunadamente, no es raro encontrar-se con subordinados a los que se les da una orden y que lo primero que replican es: “Eso no lo hacemos así”, “Eso no se puede hacer”, “No tengo gente suficiente”, “El material no está operativo”, etc. Para conseguir la disciplina in-telectual, primero tiene que tenerla uno mismo. Advierto que hay opiniones que cuestionan la validez en el tiempo de esta obra, porque pue-de entenderse que alaba la obediencia ciega, de tan catastróficos resultados en la historia. Pero cada uno sabrá diferenciar el “trigo de la paja” y extraer de una obra del siglo xix unas conclu-siones adaptadas a nuestro tiempo. El mando. El colectivo por encima del particular El segundo aspecto relevante de la función de mandar, es anteponer siempre el bien del colectivo al particular. Para ello hay que huir de lo que algunos han denominado el ejerci-cio del “mando tóxico”. Para ello recomiendo la lectura del artículo “Narcissism and Toxic Leaders”, del TCOL Joe Doty, publicado en la revista Military Review de febrero de 2013. Resumiendo mucho su contenido, el artícu-lo intenta prevenir contra la egolatría y nar-cisismo del jefe que puede hacer confundir sus objetivos personales con los de la unidad. También es tóxico el mando paternalista, ya que no deja de ser una forma de narcisismo el del mando que quiere “caer bien” por en-cima de todo y tener solo como meta “dejar buen recuerdo” en la unidad. Tomar deci-siones siempre deja insatisfecho a alguien, y mandar es decidir. Un bien que todo mando debe defender es el de la cohesión de su unidad. A simple vista se puede reconocer una unidad cohesionada de otra que no lo está. Es el mejor indicador de la influencia de su Jefe. El mando. No eludir la responsabilidad El último aspecto que me gustaría resaltar del mando es el de no eludir la responsabilidad y preocuparse de que los subordinados no elu-dan la suya. Hay que marcar claramente los límites de cada uno, respetarlos y vigilarlos. A este respecto recomiendo el artículo “Who´s got the monkey”, de Oncken y Wass, publicado en el Harvard Business Review de diciembre de 1999. Se describe en este artículo cómo gestio-na mal el tiempo el jefe y eso le lleva también a supervisar mal el trabajo de sus subordina-dos y a no evitar que estos eleven la respon-sabilidad y los cometidos hacia el superior. Lo hace en tono humorístico ya que “el mono” del título es el símil de una tarea o responsabili-dad molesta que el subordinado hace que salte de sus hombros a los del jefe, que deja que ese “mono” pase a ser suyo porque a veces delegar cuesta, ya sea por la reticencia del subordina-do a asumir responsabilidades o por el gusto del jefe por la micro gestión. La enseñanza continua En nuestro Ejército, lo único permanen-te es el cambio. Y así debe ser, porque un 12Mando de Artillería Antiaérea


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