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RUMBO A LA VIDA MARINA rante el Devónico, hace la friolera de 400 millones de años. Los ostracodermos carecían de mandíbulas y tampoco tenían los característicos pares de aletas que fueron comunes en los peces posteriores. Por la posición de sus hendiduras branquiales, se cree que fueron peces bentónicos que vivían posados en los fangos marinos, como viven ahora los lenguados, y también en el agua dulce. Se considera que los ostracodermos fueron los antepasados de los actuales peces sin mandíbula, o sea, tomad nota, los antecesores de las lampreas. Y casi coetáneos aparecen los fósiles de peces placodermos, que ya poseen mandíbulas y, por lo menos, una distribución de aletas parecida a la de los peces actuales y que, dentro de grandes discusiones científicas, se cree son los antecesores de los condrictios, es decir, de los actuales tiburones, rayas y mantas. Pero como la piedra es menos locuaz que la carne, los paralelismos cronológicos citados entre los fósiles de los peces mandibulados y no mandibulados nos van a permitir discutir la evolución del pez en sus representantes actuales, pues la ciencia los clasifica ahora en dos grandes grupos vivos sumamente expresivos y muy útiles para nuestro discurso: son los peces sin mandíbulas o agnatos (nosotros nos centraremos en las lampreas) y con mandíbula, grupo que comprende a los citados cartilaginosos o condictrios (tiburones, rayas y mantas) y a los óseos u osteíctios, que son el resto, o sea, toda esa tropa de sardinas, La lamprea es un fósil viviente que nos sirve de orientación en el desarrollo evolutivo de los demás peces. Obsérvese en la foto de Juan Carlos Epifanio, que agradecemos, su carencia de mandíbulas, de aletas pares y en su costado las siete aberturas de las bolsas faríngeas, que forman su sistema respiratorio. 54 Julio


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