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Bandera de campamento en la guerra contra la Convención Francesa, 1793-95. Al ser una bandera del Ejército, el escudo real se representaba “en cuartelado”. Original: Lámina de la formación de batalla; Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid. Armas y Cuerpos Nº 129 73 Luis Grávalos refi ere que su protesta ayudó a que en 1927 también se asignara a los mercantes la bandera nacional. En la actualidad, las explosiones de banderas nacionales, sin y con escudo, con el toro negro o con Don Quijote y Sancho que se ondean con el impulsor más potente de los sentimientos nacionales, como hoy por hoy son las victorias de la Selección Española de fútbol, permiten ver los verdaderos sentimientos de los españoles al respecto y que superan los usos de otras banderas, unas locales y otras artifi ciosamente ondeadas para que aparezcan en los reportajes televisivos, como la de la II República. SÍMBOLO DEL ÁMBITO IDEOLÓGICO Cuando en el Cádiz asediado por los franceses los reunidos en Cortes elaboraron la primera Constitución que fue promulgada en 1812 y que pretendía entonces superar aquella forma de Estado a la que denominamos Monarquía absoluta, estaban sentando los cimientos de nuestra realidad política actual. La nueva concepción de la política residía en el concepto de Soberanía nacional, que así desplazaba a la del Rey absoluto, y en otra serie de principios que aunque hoy nos parecen de corto alcance (como el sufragio condicionado por la renta personal) entonces constituyeron pasos adelante muy importantes. Pero para acabar consolidando el progreso hicieron falta todas las luchas políticas, populares y guerras civiles que afectaron a gran parte del siglo XIX español. Este proceso, impulsado por las nuevas aspiraciones políticas, se apoyó en la creación por el liberalismo de la Milicia Nacional, una especie de pseudoejército destinado a defender el proyecto liberal de la reacción de sus enemigos y contrarrestar al verdadero Ejército en tanto que temían de él que defendería los privilegios del Rey absoluto. La fractura entre los Ofi ciales en 1833 al inicio de la Primera Guerra Carlista revelaba que también había militares que apostaban por la implantación de la Monarquía Constitucional. La Milicia Nacional, organizada militarmente en Batallones y Escuadrones de infantería, caballería y Artillería recibió banderas y estandartes cuyo colorido debía a la vez diferenciarlos de los del EL CASO CARLISTA En contra de lo comúnmente creído, los batallones carlistas usaron mayoritariamente en la tercera guerra civil también banderas rojo-amarillo-rojo, como los liberales, tal como se desprende de las piezas originales conservadas. No hubo más razón que ambos bandos, cada uno desde su posición ideológica, ondeaban la bandera de España.


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