Y aunque de momento las unidades no tienen implantado, en su sentido estricto un sistema de calidad, quizás no fuese descabellado pensar que en un futuro no lejano, se deba de afrontar el reto de aplicar una norma similar a las ISO para evaluar nuestras unidades y detectar carencias y áreas de mejora y en esta línea es preciso admitir que, de una u otra manera, siempre se han evaluado los resultados, quizás no en términos económicos, pero si en términos de operatividad y que actualmente las unidades se ven sujetas a un continuo seguimiento, a través de los sistemas de gestión de la Instrucción (SIGIN) o de los Sistemas de Gestión de Adiestramiento (SIGAD) y de manera puntual a evaluaciones nacionales y supranacionales (Ej. CREVAL - Evaluación de la capacidad de disponibilidad para el combate). Sin duda afrontar este reto no sería fácil, pero desde luego tampoco inalcanzable, pues un sistema de Gestión de Calidad, consiste en una política, unos procedimientos, una mejora continua y un cuadro de mando integral que nos permite valorar de manera inmediata los resultados conseguidos, hitos que de una u otra manera ya están implantados. Este despliegue diferenciado, realizado en diferentes épocas y conforme a distintas normativas, supone que en cuanto os halléis en las unidades os podéis encontrar con un equipo de personas que se encarga de la PRL, otro que se encarga de MA, e incluso, en determinadas unidades, otro que se encarga de la gestión de calidad, personal que a menudo no será experto en el tema y que en la mayoría de los casos desarrollan este trabajo de manera no exclusiva. Ante esta situación la pregunta que se antoja más inmediata es: ¿Y no podrían ser las mismas personas, pertenecientes a una misma estructura, quienes se encargasen de toda esta gestión, o al menos de gran parte de la misma? En un entorno de diferentes sistemas encontramos un elevado número de órganos. 56 Armas y Cuerpos Nº 141 ISSN 2445-0359
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