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Alianza Atlántica, con IFOR, que relevó a UNPROFOR. Esta Fuerza tenía un mandato más limitado, que no le permitía hacer frente a determinadas obstrucciones de los ejércitos beligerantes, lo que no sucedió con la OTAN. En Irak, donde en 2003 fui jefe de Estado Mayor de la Brigada Multinacional Plus Ultra II, liderada por España, entendí la necesidad de que las operaciones consigan algún resultado, aunque sea reducido y de largo recorrido. Llegamos con la situación favorable y cuando nos replegamos había surgido cierta oposición de la población, porque la misión no había logrado alcanzar las expectativas generadas. En la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL), como jefe del Sector Este y de la Brigada española BRILIB XIX en 2013, me di cuenta del valor de la diplomacia militar, que existe, aunque aparentemente sea una contradicción. Se puede ser, a la vez, militar y diplomático. Y es preciso mucho tacto, y también capacidad de empatizar, para lograr que las fuerzas en conflicto dialoguen y alcancen acuerdos. —¿Resulta difícil seguir simultáneamente las dieciséis operaciones actuales, en las que participan 2.775 militares y guardias civiles? —No es fácil, pero el Mando de Operaciones, que funciona desde hace quince años, se creó para ello. Contamos con los medios necesarios y, sobre todo, con un personal dedicado y entusiasta. —¿Cómo se desarrolla esta labor? —Desde un claro espíritu de servicio hacia los militares destinados fuera de nuestras fronteras. Ellos son los protagonistas y nosotros les ayudamos a que cumplan de forma satisfactoria su misión. Les entregamos el plan de operaciones y después estamos pendientes de que lo interpreten bien y de que la organización internacional que dirige la operación no les mande nada contrario a lo que España haya decidido previamente. —¿La misma fórmula vale para todas las misiones? —No, hay que hacer un seguimiento individualizado. Cada misión es distinta, aunque algunas se parecen. Todas integran operaciones, logística, inteligencia, personal, comunicación pública... Exigen un contacto continuo de los militares del MOPS con los de las operaciones, y mío con los jefes de contingente, con los que procuro mantener una relación directa semanal. Trato de que se sientan apoyados y de que me cuenten cómo está transcurriendo la misión para que lo sepa y pueda reaccionar ante las dificultades que se presenten. El Mando de Operaciones desarrolla su labor «desde un claro espíritu de servicio» a los militares desplegados, asegura su jefe, el teniente general Fernando López del Pozo. Octubre 2019 Revista Española de Defensa 21


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