entrevista Teniente general Fernando López del Pozo, comandante del Mando de Operaciones «SOMOS EMBAJADORES DE ESPAÑA» Destaca que las misiones internacionales han convertido las operaciones en la principal razón de ser de las Fuerzas Armadas EL teniente general Fernando López del Pozo es, desde mayo de 2017, el comandante del Mando de Operaciones (MOPS), órgano del Estado Mayor de la Defensa (EMAD) dedicado al planeamiento, la conducción y el seguimiento de las misiones en el exterior. Considera que la participación de nuestras Fuerzas Armadas en ellas «es fundamental para que España transmita la imagen de país democrático, desarrollado y con voluntad de exportar a los demás su forma de vida y de entender el mundo». «En este sentido —subraya—, somos embajadores». —¿Cómo han influido estas misiones en la evolución de nuestras Fuerzas Armadas durante los últimos treinta años? —De forma esencial, porque han llevado las operaciones al foco, al centro de la razón de ser de los Ejércitos y la Armada. Han constituido un factor determinante en su evolución y han impulsado grandes transformaciones en personal, material... —¿Por qué son tan valiosas las experiencias que obtienen los militares desplegados en el exterior? —Porque conllevan un enfrentamiento con la realidad. Es decir, por la ejecución de lo que antes de 1989 hacíamos en adiestramiento e instrucción, pero en un escenario real. Y eso ocurre en toda la gama de operaciones, incluidas las de ayuda humanitaria, que implican también cuestiones militares: de proyección de fuerzas, abastecimiento, conocimiento de idiomas… No es lo mismo una operación que un ejercicio, ni el nivel de adrenalina que se genera en un caso o en otro. —¿Qué aportan los contingentes españoles? —Sobre todo, una notable calidad humana, que nos hace ser tan apreciados en las operaciones. Es proverbial la empatía de nuestros militares, y acerca de ello se cuentan muchas anécdotas que son ciertas. Por ejemplo, en Bosnia-Herzegovina: cuando a principios de los 90 se desplegó UNPROFOR, de Naciones Unidas, los españoles eran prácticamente los únicos que compartían un café y una charla abierta y sincera, e incluso una rakia, el aguardiente local, con los ciudadanos de las tres etnias —serbios, croatas y bosnios—, y eso facilitaba mucho la tarea. —Ha estado destinado en Bosnia-Herzegovina, Irak y Líbano. ¿Qué enseñanzas ha obtenido en estas misiones? —En la de Bosnia-Herzegovina, a la que fui de comandante en 1996, aprendí que las tropas deben desplegar con un mandato fuerte y preciso. Formé parte del primer contingente de la «Los militares españoles aportan una notable calidad humana en su trabajo en el exterior» 20 Revista Española de Defensa Octubre 2019
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