INTERNACIONAL
que ya estaba casi enterrado, así que nos
tocó levantarnos y avanzar en medio de la
ventisca a las tres de la mañana para que
no nos pasase a todos lo mismo», explica.
Esto sucedió durante el ejercicio final de
exfiltración, de cuatro días, que cada una
de las patrullas (en las que se agrupó a los
alumnos) tenía que ejecutar. Las patrullas
se formaron al principio del curso y cada
una estaba integrada por siete miembros,
más su instructor. La del capitán Pelegrín
la componían dos militares británicos, un
alemán y tres marines estadounidenses,
y su instructor procedía de la Escuela de
Montaña de los Estados Unidos.
Durante los primeros días, en la zona de
Elverum, la instrucción se enfocó a la navegación,
la supervivencia y la táctica, y
también a fijar los procedimientos que
se iban a emplear durante la fase de Tolga,
más orientada a la aplicación, ya que
entre los países existen diferencias. «Nosotros
apostamos por elegir el procedimiento
más sencillo en cada caso, porque
para funcionar bien en un corto periodo
de tiempo hay que ir a lo básico», indica
el capitán.
Cada uno de los miembros de la patrulla
aportó sus conocimientos en un campo
concreto. El oficial español se encargó de
la parte de navegación y de lo referente a
avalanchas. Esta puesta en común e intercambio
de experiencias y procedimientos
es otro de los puntos fuertes del curso.
Porque el saber no ocupa lugar en la mochila
de un montañero, ni en las cumbres
de Tolga ni en las de los Pirineos. ¢
Los alumnos
trabajan en patrullas
de siete miembros
que se forman
al inicio del curso
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