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BOLETIN SANIDAD MILITAR 22

30 HISTORIA Y HUMANIDADES 2014 ción y condena a muerte de un ciuda-dano alemán, inmigrante ilegal, al fin se demostró que la justicia había ejecuta-do a un inocente. En esta situación se decide a plas-mar su reflexión sobre el hombre en un libro que tuviera como objeto resumir lo que sabemos sobre él, que es mu-cho, y sacar conclusiones en orden a evitar o prevenir su decadencia, para él evidente. Este libro se publicó en 1935, en francés y en inglés, se titulaba L’homme, cet inconnu, Man, the Unk-nown. Literalmente, El hombre, ese des-conocido. Fue un éxito sin precedentes, se tradujo inmediatamente a más de veinte idiomas, en español lo titularon La incógnita del hombre. Libro que no falta en ninguna biblioteca y que se re-comendaba a los estudiantes de Medi-cina por las librerías especializadas. De nuestro ejemplar francés traduciremos el título de los principales capítulos, luego subdivididos en varios subcapí-tulos, y entresacaremos algunos juicios del autor sobre diversos asuntos. I) De la necesidad de conocernos a nosotros mismos. II) La ciencia del hombre. III) El cuerpo y las actividades fisiológicas. IV) Las actividades menta-les. V) El tiempo interior. VI) Las fun-ciones adaptativas. VII) El individuo. VIII) La reconstrucción del hombre. «El inmenso número de datos que poseemos hoy sobre el hombre es un obstáculo para su empleo. Para ser uti-lizable, nuestro conocimiento debe ser sintético y breve. El autor ha querido solamente hacer «una síntesis inteligi-ble para todos». No «un tratado que, aunque fuera conciso, se compondría de varias docenas de volúmenes.» «En este momento tenemos necesidad de hombres que, como Aristóteles, po-sean un conocimiento universal. Mas el mismo Aristóteles no podría abar-car los conocimientos que poseemos hoy día. Necesitaríamos un Aristóteles compuesto, es decir, un pequeño gru-po de hombres pertenecientes a espe-cialidades diferentes y capaces de fun-dir sus pensamientos individuales en un pensamiento colectivo». Pues pese a la enorme masa de cono-cimientos sobre sí mismo, el hombre es un extraño en el mundo que ha creado. Persiste una desigualdad entre las cien-cias de la materia inerte y las de los se-res vivos, existe una oposición creciente entre el progreso material y el desorden de la sociedad. Se haría preciso édifier une véritable science de l’homme. Y a este proyecto consagrará sus esfuerzos en la última parte de su vida. El libro es asombroso en cuanto com-pendia todo lo que se sabe sobre el hombre en sus aspectos anatómico, fi-siológico, mental, moral; es de fácil lec-tura y de casi todas sus páginas podría extraerse alguna observación senten-ciosa, formando una especie de bre-viario. Si así lo hiciésemos la extensión de este trabajo haría imposible su pu-blicación, por lo que nos limitaremos a tocar algunos argumentos curiosos y otros polémicos. Por ejemplo: on a fait croire au public que le pain blanc est supérieur au brun. Hablando de la generación humana dice: un agente fí-sico o químico es susceptible de reem-plazar al espermatozoide. Solo el ele-mento femenino es esencial. Sobre la intuición en ausencia de razonamiento: este modo de conocimiento se aproxi-ma a la clarividencia, esta facultad que Charles Richet llama el sexto sentido. La existencia de la clarividencia y la te-lepatía es un dato inmediato de la ob-servación, De todas las glándulas, «el testículo posee la mayor influencia so-bre la fuerza y calidad del espíritu. Los grandes poetas, los artistas de genio, los santos, igual que los conquistado-res son en general fuertemente sexua-dos. » La humanidad no se cansará nun-ca de perseguir la inmortalidad. No lo logrará, pues está atada por las leyes de su constitución orgánica. Un année est plus longue pendant l´enfance, beaucoup plus courte pen-dant la vieillesse. En un espacio del capítulo IV se refiere a la mística y a las curaciones milagrosas. La mysti-que chrétienne exprime la forme la plus élevée de la activité religieuse. En su estado más elevado comporta una técnica muy elaborada, una disciplina estricta. Exige, en primer lugar, la prác-tica del ascetismo. Sin un aprendizaje ascético es tan imposible de alcanzar como hacerse un atleta sin someterse al entrenamiento físico. La iniciación al ascetismo es dura. Al fin el espíritu se escapa del espacio y del tiempo; toma contacto con una cosa inefable, con-templa a Dios y actúa con Él. Dans tout les pays, à toutes les épo-ques, on a cru á l’existence des mira-cles, á la guérison plus ou moins rapide des malades, dans les lieux de pèlerina-ge, dans certains sanctuaires. «Ciertas actividades espirituales pueden acompañarse de modificacio-nes, tanto anatómicas como funcio-nales, de los tejidos y de los órganos. Se observan estos fenómenos en las circunstancias más variadas, entre los cuales se encuentra el estado de ora-ción (prière). La oración desencadena a veces un fenómeno extraño: el milagro. Les guérisons miraculeuses se produi-sent rarement. En algunos segundos, algunos minutos, a lo más algunas ho-ras las heridas cicatrizan, los síntomas generales desaparecen, el apetito vuel-ve. El milagro se caracteriza por una aceleración extrema de los procesos de reparación orgánica. La sola condición indispensable al fenómeno es la ora-ción. Mas no es necesario que el enfer-mo mismo ore (prie) o que tenga fe re-ligiosa. Basta con que alguien cerca de él se encuentre en estado de oración.» Como se ve en estos párrafos Carrel reivindica su actuación de 1903 en el caso de Marie Bailly, sin nombrarla. Para completar esta excerpta, toma-remos algunos pensamientos del capí-tulo VIII, la reconstrucción del hombre, dando por sentado que si nos dejára-mos llevar por nuestra antigua admira-ción por Carrel, omitiríamos este paso. «La vida moderna nos ha aportado un peligro más sutil, más grave aun que el de la guerra: la extinción de los mejo-res elementos de la raza. Mas si ella evi-ta el suicidio por la guerra, se encamina hacia la degeneración gracias a la este-rilidad de los grupos humanos más fuer-tes y más inteligentes. El tono de nues-tra civilización viene dado a la vez por la debilidad de espíritu y por la crimi-nalidad. Los pueblos modernos pueden salvarse por el desarrollo de los fuertes, no por la protección de los débiles.» «Para la perpetuación de una elite el eugenismo es indispensable. Es evi-dente que una raza debe reproducir sus mejores elementos. Sin embargo, en las naciones más civilizadas la re-producción disminuye y produce indi-viduos inferiores. Las mujeres proce-dentes de familias antiguas que serían las más aptas para tener niños de buena calidad y educarlos de manera inteligente, son casi estériles. Son las recién venidas, aldeanas y proletarias de los países más primitivos de Europa, las que engendran familias numerosas. El eugenismo puede ejercer una gran influencia sobre el destino de las razas civilizadas. En verdad no se regulará jamás la reproducción de los humanos como la de los animales. Sin embargo será posible impedir la propagación de los locos y de los débiles de espíritu. Quizá sería preciso imponer a los can-didatos al matrimonio un examen mé-dico como se hace con los soldados, empleados de hoteles y grandes esta-blecimientos. » «Queda aún el problema no resuel-to de la muchedumbre inmensa de los deficientes y de los criminales. Estos representan una carga enorme para la población sana. El coste de las prisio-nes y de los asilos de alienados, de la protección del público contra los ban-didos y los locos, como sabemos, ha llegado a ser gigantesco. Un esfuerzo ingenuo se hace por las naciones civi-lizadas para la conservación de seres


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