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REVISTA IEEE 5

240 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 5 / 2015 de en medio de cualquier forma. Un buen competidor lo que desea es enfrentarse a los mejores para medirse con ellos. Cuando se le pregunta a alguno de esos hinchas por las razones de esa actitud, tan ajena a los valores éticos que le han inculcado, la respuesta es siempre la misma: “Un auténtico hincha de este equipo siempre se alegra de las desgracias de su eterno rival, sin importar la naturaleza de estas”. Además de la hostilidad, otra característica que diferencia la competición del conflicto es la ausencia de respeto por las reglas que rigen la primera.32 El hecho de que el fin último, tanto de la competición como del conflicto, sea imponer la voluntad de uno sobre otro, implica la escalada.33 Una de las consecuencias de la escalada es el riesgo de soslayar las reglas de la competición. Cuando las partes mantienen el compromiso de ajustarse a las reglas, o la disuasión producida por el temor al castigo que supone traspasarlas produce el mismo efecto, la escalada queda enmarcada dentro del afán por la superación. En cambio, cuando traspasa los límites establecidos por las reglas de enfrentamiento, la competición se transforma en conflicto. La presencia de la hostilidad en el conflicto, combinada con la escalada, tiene como consecuencia el traspaso de los umbrales de la violencia. El problema es, que una vez traspasados los umbrales de la violencia, hostilidad y escalada se conjugan actuando como un catalizador de la violencia, al exhortar a unos y otros a incrementar las consecuencias negativas para la otra parte. Adicionalmente, parece oportuno puntualizar la diferencia que existe entre crisis y conflicto. Ambos términos son utilizados de forma indistinta por los medios de comunicación, en muchos casos con poco acierto. Crisis no es equivalente a conflicto ni viceversa: Crisis implica la presencia de un tercero, mientras que el conflicto tiende a ser bipolar. Cuando el tercero en una crisis tiende a diluirse en favor de la bipolaridad, el resultado es el conflicto.34 La irrupción de un tercero en el conflicto que no toma partido por ninguna de las partes puede, por lo tanto, desarticular el conflicto. Por eso es tan importante la figura del mediador, y precisamente por eso es tan importante que la imagen del mediador no pueda vincularse a la parcialidad. Como afirmábamos más arriba, hostilidad, transcendencia y escalada se conjugan para convertir la competición en conflicto, y posteriormente en conflicto violento. Así pues, podríamos definir el conflicto como “la oposición de dos partes (bipolaridad) en la consecución de un objetivo mutuamente excluyente, más allá de reglas de 32  GINER. Opus cit. p 65. 33  FREUND. Opus cit. p 165. 34  Ibid. p 272. http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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