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26 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) Núm. 5 / 2015 circunstancias externas. Ni sirvió para impedir que la administración Obama pusiera en marcha el giro hacia Asia, ni tampoco evitó las tensiones con Japón, Filipinas o Vietnam. Ante la discutible eficacia de ese enfoque para los intereses chinos, y sobre la base de esta nueva evaluación de su entorno, Pekín habría concluido que debía reconfigurar proactivamente esa situación externa. Ya no se trataría de una elección, sino de un imperativo estratégico, conforme al cual el presidente Xi ha alentado a sus altos funcionarios a “ser creativos y tener mayor iniciativa para hacer avanzar el trabajo diplomático hacia los países cercanos”.27 Si este “activismo” resulta viable, lo es porque se cuenta con mayores recursos. Quizá por primera vez, Pekín tiene la capacidad para intentar controlar su periferia. Y es esta disponibilidad de recursos lo que le permite realizar acciones que antes resultaban impensables por los riesgos que podían plantear, además de estar legitimadas por una opinión pública nacionalista. Una China en ascenso -opinan muchos ciudadanos, oficiales del ejército, dirigentes políticos y expertos académicos-, no debe temer recurrir a su poder en defensa de sus intereses nacionales.28 La manifestación más obvia de esas nuevas capacidades es económica: en 2010, el PIB chino superó al de Japón, lo que transformó la jerarquía asiática de los últimos cien años y situó a la República Popular como segunda economía del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos. La crisis financiera global subrayó aún más el creciente peso de China, frente a unas economías occidentales inmersas en graves problemas estructurales. El crecimiento en los gastos de defensa ha impulsado igualmente esa creciente confianza de China en sí misma. En 2008, su presupuesto militar era ya el segundo mayor del mundo, como resulta visible en la rápida modernización de sus fuerzas, particularmente en sus capacidades aéreas, navales y de misiles. Si durante décadas la primacía de Estados Unidos en Asia ha dependido de su capacidad de proyección de poder en la región, Pekín -con sus nuevos recursos militares y con una estrategia asimétrica-, puede limitar de manera significativa el acceso de Washington y encarecer el coste de sus acciones. Por todo ello, aunque el entorno de seguridad sea descrito como “complicado”, Pekín mantiene un considerable optimismo sobre sus posibilidades. Al igual que sus antecesores, también Xi cree que China cuenta con un “periodo de oportunidad 27  YAN Xuetong. “From Keeping a Low Profile to Striving for Achievement”, The Chinese Journal of International Politics, vol. 7, núm. 2 (Verano 2014), pp. 156 y 166, http://www.imir.tsinghua.edu.cn/ publish/iis/7236/20120308004022054904369/2013-9.pdf. (última consulta 9.9.14). Véase asÍ mismo, CHEN Xulong.“Xi Jinping Opens A New Era of China’s Periphery Diplomacy”, China-US Focus, 9 noviembre 2013, http://www.chinausfocus.com/foreign-policy/xin-jinping-opens-a-new-era-of-chinas- periphery-diplomacy/. (última consulta 12.1.15). 28  ZHAO Suisheng. “Foreign Policy Implications of Chinese Nationalism Revisited: The Strident Turn”, Journal of Contemporary China, vol. 22, núm. 82 (2013), pp. 535-553, http://www.tandfonline. com/doi/abs/10.1080/10670564.2013.766379#.VDjqoL5VvIM. (última consulta 12.1.15). http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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