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271 Juan Ignacio Castien Maestro Modernización y regresión en Afganistán El nuevo Estado Mohammedzay era pobre y anárquico. Se encontraba además sometido al creciente acoso de dos imperios en expansión, el ruso y el británico. Hubiera podido disgregarse o acabar conquistado por cualquiera de estas dos potencias europeas. Pero no fue así, en parte, gracias a su sólida base tribal pashtún y, en parte, debido al papel que adquirió como Estado tapón entre ambos imperios. Pero esta posición intermedia también tuvo un elevado coste. Junto a los sucesivos despojos territoriales a manos de sus poderosos vecinos, Afganistán soportó dos invasiones británicas: 1838- 1842 y 1879-1880. Ambas fueron derrotadas, pero ocasionaron cuantiosos daños. La resistencia fue protagonizada fundamentalmente de las tribus; mientras, el ejército regular, que comenzaba a organizarse en aquellos momentos, resultó ineficaz y, junto con una gran parte de la administración, quedó destruido por la guerra y los desórdenes. Fue una nueva regresión. Un segundo efecto regresivo consistió en la fuerte hostilidad hacia los europeos infieles y el rechazo hacia todo lo relacionado con ellos. Se reactivaron y potenciaron así una serie de esquemas ideológicos ya presentes, fruto de siglos de vecindad conflictiva con hindúes y sij. Este sentimiento xenófobo vino a reforzar esa versión conservadora del sunnismo, caracterizada por una orientación decididamente hostil hacia el cambio social, que predominaba en todo el mundo sunní desde la Edad Media (Gregorian, 1969: 16-17). Semejante combinación de xenofobia y conservadurismo, fomentada por los dignatarios religiosos, constituye desde entonces una notable barrera para la modernización del país. Los sucesivos gobernantes afganos han tenido que buscar siempre algún equilibrio entre las necesarias políticas de reforma y la conveniencia de no malquistarse en exceso con los amplios segmentos de la población de ideología más conservadora. En un plano más general, la identidad musulmana, y ante todo sunní, se convirtió en un elemento clave de la identidad afgana en formación. La obligación de resistir al infiel se convirtió en la clave de la incipiente propaganda estatal, que hacía de la debida fraternidad de los musulmanes el fundamento de una concomitante solidaridad entre compatriotas y de una obligada fidelidad hacia un Estado musulmán amenazado.10 En esta misma línea, los soberanos afganos hicieron progresivamente uso del título califal de Emir de los Creyentes, Amir-el-Mouminin. En ello contrastaban con sus antecesores Sadozay, que habían optado por el más secular de Shah.11 Este recurso a la poderosa identidad musulmana contribuyó positivamente al refuerzo de la identidad nacional en construcción y, en última instancia, a la modernización del país. También ayudó a deslindar esta identidad protonacional de la identidad étnica pashtún. Sin embargo, su vinculación con una versión muy conservadora del Islam actuaba claramente contra cualquier afán modernista. Lo mismo sucedía con su conexión con 10  Rubin, op. Cit. pp. 45-47. 11  Gregorian, op. Cit. pp. 77-78. http://revista.ieee.es/index.php/ieee


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