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REVISTA DE HISTORIA MILITAR EXTRA I 2015

100 EDUARDO GARCÍA-MENACHO OSSET REINADO DE D. JOSÉ NAPOLEÓN I, EL USURPADOR Cuando este sistema entra en crisis, en las ilegítimas Cortes de Bayona que acataban al usurpador José Bonaparte, se deliberó sobre el escudo de ar-mas que correspondía al Rey de España, hasta que el canónigo José Antonio Llorente interviene con su Discurso heráldico sobre el Escudo de Armas de España, y propuso dos escudos. El modelo elegido fue un partido y cortado de dos, siendo Castilla, León, Aragón, Navarra, Granada, y la representación de los territorios de ultramar con dos mundos y las columnas de Hércules, que ya de antiguo venía representado estos territorios y, sobre el todo, el águila imperial de los Bonaparte. Las armas de José I son, pues, las primeras que adquieren un tinte nacional, lógico tras la traumática desaparición de la anterior dinastía de nuestra vida política y por la introducción de elemento tan novedoso en nuestra organización cual era el de la Carta Constitucional de Bayona. Durante la revolución francesa, la Asamblea cons-tituyente en 1790 prohíbe el uso de armas heráldicas en todo el territorio francés, como símbolo de la vieja no-bleza; sólo fueron eximidos de la destrucción aquellos de “interés artístico”. Con base en esa ley fueron eliminados una gran cantidad de escu-dos de todo tipo, en piedra, vidrieras, etc.. Ya proclama-do emperador Napoleón, en 1804, crea un nuevo siste-ma heráldico. En España, después de la derrota de Napoleón, fueron picados o sustituidos los escudos de su hermano José; únicamente se salvó un escudo josefino, que sepamos, en el monaste-rio de San Benito, en Valla-dolid, descubierto al restau-rarse su fachada en 2001. Escudo de José Bonaparte como rey de España


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