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MEMORIAL INFANTERIA 66

MISCELÁNEA En los años siguientes se fueron uniendo nuevos edificios al ya existente. En la falda oeste del Vértice Alijares se construyó uno de mampostería, conocido con el nom-bre de “mayordomía”, dedicado a despensa y almacén de alimentos; se trataba de un edificio singular, con aspecto de casa fuerte, dotado de un torreón circular y ventanas aspilleradas. Próxima a la “mayordomía” se encontraba la cocina, que tan solo disponía de una techumbre de lona para guarecerse del sol, y un poco más abajo de ella cua-tro aljibes de ladrillo para recoger el agua que se trans-portaba con cubas desde unos pozos cercanos. En esta misma zona se emplazaban dos cañones, con los que se anunciaban los toques de diana y oración, inicio y fin de la jornada militar. Diversos aspectos del Campamento en 1889. Abajo, el reducto y las cuadras. El resto de los barracones que componían el Campa-mento en 1890 eran de madera y consistían en un co-medor para oficiales y otro para alumnos, los gabinetes de Topografía y Telegrafía –este último unido por cable con el Alcázar–, una cuadra para el ganado, el polvorín, situado a 500 m del centro del Campamento, en direc-ción a la carretera de Ciudad Real, y un sobrio edificio dedicado a peluquería, sastrería y zapatería; el resto del Campamento estaba formado por las tiendas de profe-sores, cadetes y tropa. A corta distancia del Campamento, los “vivanderos” ha-bían establecido un supermercado de los de entonces; al lado del lechero estaba el buñolero y no faltaba el dueño de un modesto figón que atendía unas mesas desperdi-gadas por el terreno. En 1891 tuvo que levantarse un nuevo comedor de pro-fesores, ya que el anterior lo había derribado el viento, y en ese mismo año se construyó una cocina cubierta y con mayores comodidades que la anterior, y se cercó el polvorín y se le unió mediante un camino al que condu-cía al Campamento. Un año después se amplió la cuadra de ganado para que pudiese acoger a 140 animales. 106 Caseta de Telégrafos (1903) Al ser clausurada en 1893 la Academia General Militar y volver a renacer la de Infantería, el Campamento pa-saría a ser propiedad de ésta y utilizado con frecuencia en los períodos de prácticas, que se extendían a lo lar-go de quince días durante los meses de abril y mayo, y se iniciaba con la llegada al Campamento y la toma del reducto en un asalto a la bayoneta. Era el reducto una obra defensiva situada en la cima del Vértice Alijares y que había sido construida en tiempos de la General y mejorada por las promociones sucesivas. A partir de 1900 se puede seguir la crónica de la vida campamental a través de los artículos que, firmados por Constantino Garcés y por cadetes con aficiones literarias, aparecían en el suplemento titulado Los Ali-jares, incluido en La Campana Gorda, y que se vendía en el Campamento y en el puesto de periódicos del Café Suizo. Los reportajes fotográficos corrían a cargo de Manuel Compañy, que establecía para sus emplea-dos una tienda de campaña en las inmediaciones del Campamento. Misa en el Campamento en 1897. Al fondo el comedor de profesores.


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