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REVISTA HISTORIA MILITAR 117

LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS Y DE DISCIPLINA EN LAS… 127 cialmente ante los ojos de los príncipes alemanes, que seguían relativamente inquietos a pesar de la gran derrota de Mühlberg (1547). En octubre de 1552 un poderoso ejército imperial de 40.000 infantes, 10.000 jinetes, 113 cañones y 6.000 ingenieros, artilleros y gastadores se concentró en la frontera franco-flamenca; además, ya en territorio francés, se les unió el ejército mercenario de Alberto de Brandemburgo-Kulmach, de 15.000 infantes y 50 cañones8. Sin embargo las tropas cesáreas fracasaron en la operación: la guarnición francesa de Metz había sido reforzada durante el verano y mejorado sus defensas y la estación otoñal estaba demasiado avanzada como para mantener un largo asedio. Carlos V quedó profundamente dolido por el desastre de Metz; inicia-da la penosa retirada9 de su ejército hacia Flandes, tras alcanzar Bruselas el Emperador sufrió un colapso: la enfermedad de la gota arreció con fuerza y también entró en una profunda depresión, obsesionado con su reciente de-rrota y pérdida de prestigio internacional; literalmente abandonó sus tareas de gobierno: pero gracias al trabajo de su hermana María de Hungría en los Países Bajos, su hermano Fernando en Alemania y de su hijo Felipe en Es-paña, el poder se mantuvo controlado. Pasadas algunas semanas poco a poco Carlos V volvió a recuperar fuer-zas y ánimos para regir los destinos del Imperio; tanto su hijo Felipe como sus consejeros le hicieron ver que la guerra aún no estaba perdida. Pero para conti-nuar la guerra en Flandes no había dinero después de los esfuerzos de campañas anteriores: “los Países Bajos no pueden pagar más, (...) estando tan imposibi-litados como están”, escribía el Emperador a su hijo Felipe10. Pero el regente Felipe también se lamentaba por la escasez de fondos de las tierras castellanas: el extraordinario esfuerzo económico realizado para el año 1552 había dejado exhaustas las arcas reales; por si fuera poco, turcos y franceses navegaban a sus anchas por el Mediterráneo occidental, por lo que de manera urgente –y sin con-sultar al Emperador– el príncipe Felipe había recaudado dinero y 3.000 soldados para enviarlos a la defensa de Génova y otras costas italianas. Aun con tan graves apuros sin resolver el Emperador decidió igualmente iniciar la campaña contra Francia en primavera de 1553; Carlos V ordenó el relevo del duque de Alba como comandante en jefe del ejército imperial, considerándolo parcialmente responsable del fracaso de la empresa de Metz, y a pesar que las 8  MESA GALLEGO, Eduardo de: La batalla de San Quintin, 1557. Colección Guerreros y Batallas, nº 15. Almena, Madrid, 2004, p. 11. 9  En enero se dio la orden de retirada: las fuerzas imperiales perdieron 25.000 hombres entre muertos y desertores; se abandonó gran cantidad de material, fueron tirados al río 30 cañones con sus tiros en la precipitada huida y 600 heridos fueron abandonados a merced de los fran-ceses. PARKER, Geoffrey: op.cit., p. 111. Revista de Historia Militar, 117 (2015), pp. 127-166. ISSN: 0482-5748 10  Ibídem, p. 112.


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