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REVISTA HISTORIA MILITAR 116

112 MARIANO CUESTA DOMINGO El punto alcanzado por Pinzón en 1500, afortunadamente, quedó registrado en la carta de Juan de la Cosa,13 aunque fuera de una manera imprecisa, y se halla abundante y nítidamente documentado. Vicente Yáñez Pinzón descubrió la desembocadura del Amazonas: alcanzó la punta Macuripe o cabo de Santa María de la Consolación, costeó el litoral brasileño hacia el noroeste, a impulso de los vientos e influjo de las corrientes y avistó las desembocaduras de los ríos Fermoso (actual Curu) y Camocim (Coreaú); tomó posesión con el protocolo al uso. No tardando mucho, fue observada esta señal característica por Diego de Lepe y sus hombres y quedó reflejada también en la carta de Juan de la Cosa: «río do se falló una cruz».14 Pero el lugar del descubrimiento pinzoniano se hallaba dentro de la parte hispánica según la línea acordada en Tordesillas,15 quizás por eso los maestros citados al comienzo no lo consideraban descubrimiento de Brasil. 13  Fue incorporado tres décadas más tarde por Alonso de Chaves en su Espejo de Navegantes: «Río de Vicente Anes Pinzón, en la costa de Paria, está en 1 grado.- Está al sudeste cuarta al este del río Bajo, dista de él 36 leguas.- Está al oeste de punta de Placel, dista 16 leguas» (Castañeda, 1983, 397). 14  La toponimia americana (Cuesta y Muriel, 1985) constituye un aspecto interesante de la explo-ración de todo un mundo. El gran río que cruzaron por vez primera los hombres de Orellana había sido descubierto por la magnitud de agua dulce (Herrera: Décadas, I, libro IV, capítulo VI) que hallaba en el océano el año de 1500 en cuya desembocadura intentó, y lo consiguió por breve tiempo, fondear Pinzón; de ahí la propuesta que en el siglo xix se hizo (por brasileños) de que aquel territorio fuera denominado «Pinsonia». Al poco arribaría Diego de Lepe que tuvo la oportunidad de imponer su primer exónimo: Mar Dulce. Cuando Vicente Yáñez Pinzón obtuvo su capitulación lo fue para «ir a descubrir desde la punta de Santa María hasta Rostro Hermoso y el rio de Santa María de la Mar Dulce» (Agi: Indiferente general, 418, I, 36 y ss.). Recogi-do el nombre de Mar Dulce en la carta de Juan de la Cosa, permaneció vigente hasta que en 1512-1513, por simplificación, se afirma el nombre de Río Grande (Codoin, VII, 194 y ss.) e, inmediatamente, Río Grande y Marañón (Declaración del piloto Juan Rodríguez —pleito co-lombino, Sevilla 1513— en la expedición de Diego de Lepe: «seiscientas leguas de tierra firme en que entra en este el Rio Grande y el Marañón»); topónimo ampliamente usado en la época. El primer geógrafo, propiamente dicho, del Nuevo Mundo, Martín Fernández de Enciso (Suma de Geographia, 215) escribe separadamente de ambos. La cartografía durante muchas décadas es igualmente confusa. Fuentes documentales, cartográficas y geográficas posteriores hacen que el topónimo vaya decantándose hacia una denominación más precisa (Marañón) en lugar de otra, en apariencia genérica (Río Grande). Entre otros, subrayamos por su importancia: la carta de Diego Ribero (1529) (Portugaliae Monumenta Cartographica, I) que escribe con nitidez Ma-rañón; la Capitulación de Diego de Ordás (Agi: Indiferente general, 416, I, 120 y ss.) tenía por finalidad «descubrir y conquistar las provincias que hay desde el rio del Marañón ...»; Cieza (Cieza de León: Obras completas, XLIV) hace referencia al Marañón, incluso antes de ser cono-cedor de la expedición de Orellana. Otros grandes cosmógrafos hacen las siguientes referencias: Chaves: Espejo de navegantes, IV, 147 (Costa de Marañón) y Santa Cruz asimismo rotula sobre el río Marañón (Cuesta, 1983-84, II, 361 y 20-21). Como consecuencia del viaje de Orellana se simultanean los nombres de Río de Orellana, Río Grande de Orellana y de las Amazonas siendo este último el que quedó definitivamente fijado, por encima del entusiasmo de la orden francis-cana que inicialmente bautizó al río con el nombre de Río Grande de San Francisco. 15  Otra cosa es lo que fuera interpretado y aplicado como consecuencia de la unión peninsular o época filipina y los hechos consumados por bandeirantes y las cesiones efectuadas en los tratados de límites. Revista de Historia Militar, 116 (2014), pp. 103-154. ISSN: 0482-5748


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